Reflexiones sobre una paz afrentosa

El 11 de noviembre pasado se conmemoró un siglo de la suscripción del armisticio de la Primera Guerra Mundial 1914-1918-PGM, conocido como Armisticio de Compiègne, convenido entre los Aliados y el Imperio Alemán para lograr el fin de hostilidades en el frente occidental, que posteriormente dio paso al Tratado de Versalles, que puso punto final a esta cruenta guerra con que se inauguró el siglo XX, magistralmente descrito en el tango Cambalache del compositor Santos Discépolo. ¿Por qué es importante para nosotros ciudadanos del siglo XXI reflexionar sobre este acuerdo de paz? En el Acuerdo de Compiègne y después ratificado en el Tratado de Versalles se encuentran las expoliadoras condiciones -limítrofes, económicas y militares/armamentistas- que los vencedores impusieron a los vencidos en una guerra, que decidieron sus clases dominantes y no sus ciudadanos, que permitieron engrosar y exacerbar los sentimientos colectivos más innobles de un pueblo, como el nacionalismo, racismo, antisemitismo y belicismo que Hitler y el nazismo alimentaron y potenciaron en la República del Weimar, provocando la Segunda Gran Guerra, en 1939. Exigir a Alemania las reparaciones de la PGM significó, en primer lugar, arruinar económicamente a este Estado. Segundo, impedir la viabilidad de un esquema republicano conducido por la sociedad civil, por sus sectores democráticos y progresistas, como el propuesto por la República del Weimar que fracasó. Tercero, permitió la gestión estadual por parte de los sectores militaristas y ultraconservadores que coadyuvaron al acceso al poder de Hitler y el nacionalsocialismo que reivindicaba el resurgir de la gran Alemania aria, la ampliación de su espacio vital y de su poderío bélico, planteado en su obra Mi lucha. Mientras, el más destacado economista del siglo XX, John Maynard Keynes, en su obra Las consecuencias económicas de la paz, 1921, propuso “el gran esquema para rehabilitar Europa” en oposición a lo planteado por los Aliados, cuyos tres líderes eran liberales decimonónicos. Reflexionemos ahora, con este referente, en los ascensos de Trump hasta Bolsonaro, o el ‘brexit’.