Reflexionemos en la asistencia humanitaria y en la anhelada concordia

Ya son muchos los conflictos que se cobran la existencia de miles de personas en todo el planeta. Cada vez son más los niños que desertan la escuela, las familias que abandonan sus hogares, los seres humanos que huyen desesperadamente. Detener este sufrimiento, con más asistencia humanitaria, con más corazón, aislaría a los que no tienen alma. Y es hora de trabajar conjuntamente, de salir de uno mismo para llevar algo de bondad a los demás. Así, hemos de decir ¡basta!, para superar esta forma de vida voraz. Estamos hechos para vivir, no para matarnos en guerras. Pues se requiere una legión de ciudadanos dispuestos a ejemplarizar esta atmósfera perversa que proviene del hombre mismo. Si importante es reducir el riesgo de desastres naturales que obstaculizan el desarrollo, no menos significativa es la labor de una ciudadanía solidaria, preparada a cooperar entre sí, por propia conciencia humanitaria, más allá de cualquier frontera. No hay que crecer destruyendo, sino construyendo. La humanidad tiene necesidad de líderes que activen la reconciliación. Y volverá a resplandecer lo armónico, una vez despojados de la ambición de poder, de la avaricia e intolerancia. Los líderes deben caracterizarse por una actitud de entrega desinteresada. Solo así, conseguiremos hermanarnos, y edificar la concordia y paz que las gentes de bien tanto anhelamos.

Víctor Corcoba H.