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RAFEL CORREA 2021
Comportamiento. En 2021, durante la campaña presidencial de Andrés Arauz, Correa soltó un video amenazando a medios de comunicación.Captura de video

Rafael Correa ya es tóxico para el correísmo

Dos elecciones perdidas significan problemas, dicen analistas. Su permanencia o salida vaticinan un golpe al movimiento

Persecución y amenaza fueron las palabras utilizadas por el expresidente Rafael Correa, sentenciado a ocho años de prisión por el caso Sobornos, en su balance de la pérdida de la Presidencia de la República en manos de Andrés Arauz y frente a Guillermo Lasso, en 2021.

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Dos años después, ahora encarando a Daniel Noboa, el análisis de la derrota era similar o peor: “Enfrentamos poderes enormes. Hasta se asesinó a un candidato para evitar nuestra victoria (en referencia al atentado en contra del expresidenciable Fernando Villavicencio)”.

Ambas evaluaciones del exmandatario, según analistas consultados por EXPRESO, omiten un elemento que, con esta segunda derrota electoral, ya debería ser de preocupación del movimiento Revolución Ciudadana: lo lesivo que se ha convertido Rafael Correa para su propia tendencia política.

Si bien es cierto que la figura de Correa es la identidad del movimiento político, a criterio del director de la empresa Click Report, Francis Romero, este también se ha convertido en una camisa de fuerza que impide que la Revolución Ciudadana evolucione e, incluso, pueda volver a conquistar Carondelet.

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“El correísmo tiene un caudillo (Correa), para bien o para mal. Esto, sumado a los años que estuvo en el poder, a la Revolución Ciudadana le permite tener un porcentaje importante de la población que está alineada, no a una postura ideológica, sino a las directrices de su referente (Correa)”, sostiene.

Este tercio del electorado nacional que cautiva el correísmo, según continúa, les permite, como se ha visto en las dos últimas Legislaturas, tener una fuerte representación en la Asamblea Nacional y, como se observó en las seccionales de febrero, alcaldes y prefectos de su tendencia política.

Sin embargo, ese electorado cautivo ya no les alcanza para ganar unas presidenciales: “La estrategia implementada mantiene los errores de la campaña de 2021. No han entendido cómo está estructurado el electorado. Le hablaron a su voto duro, no ganaron ni un solo voto adicional”, acota Romero.

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De hecho, comparando los resultados electorales de la segunda vuelta de 2021 con los de 2023, el correísmo, representado por la candidata Luisa González, apenas tuvo un 0,53% de votación adicional de la que Andrés Arauz obtuvo en el balotaje del 11 de abril de 2021, en el que perdió frente al ahora presidente, Guillermo Lasso.

¿Qué impide que no puedan ampliar su electorado? Según la exasambleísta Wilma Andrade, es la sombra del propio Rafael Correa: “En estas elecciones, lo que el electorado vio es que la candidata González representaba la obsecuencia a Correa y no un liderazgo propio”.

  • Esto, sumado a que el perfil de Correa ya no es fresco y amigable como lo fue en 2006, hace que el electorado joven sea más susceptible a las críticas que se hacen al correísmo (autoritarismo, concentración de poder, etc.) y que estas se transfieran a sus candidatos, sobre todo, por aparecer en casi toda pieza publicitaria junto a ellos.

Sin embargo, aunque pueda parecer una de las salidas, la separación de Correa del movimiento político puede terminar siendo contraproducente, sostiene Romero, e incluso podría marcar el fin de su tendencia: “La gente que vota por la Revolución Ciudadana lo hace por Rafael Correa, incluso las iniciales del partido son las iniciales de su nombre. Si lo separa, simplemente lo están dejando sin cabeza”, resalta.

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Ejemplo de esto puede ser el peregrinaje del correísmo luego de abandonar Alianza PAIS en 2018, su casa política que fue captada por Lenín Moreno en 2017, cuando la tendencia correísta ganó por última vez la Presidencia de la República.

En dichas elecciones, cuando Moreno aún no daba un giro de timón a la tendencia de su futuro gobierno, en segunda vuelta Alianza PAIS obtuvo el 51,16% de apoyo popular, una cifra similar a la obtenida en los comicios generales posteriores.

Sin embargo, en 2021, cuando el correísmo migró a Fuerza Compromiso Social y se alió con Centro Democrático para la conformación de Unión por la Esperanza (UNES), el partido Alianza PAIS, representado por Ximena Peña, tuvo una precipitosa caída en su votación, misma que no alcanzó ni el 2%.

Luisa González no ha sumado ni un punto respecto al resultado obtenido por Andrés Arauz en las elecciones generales de 2021, en las que ganó Guillermo Lasso.

Aunque estas cifras muestren que la votación del correísmo depende del perfil de Rafael Correa, mas no la tendencia política ni de en qué partido se encuentre, para la exasambleísta Andrade sí existen electores que, más que el perfil del exmandatario, valoran y siguen el modelo que la revolución ciudadana implementó.

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“En los años del correísmo hubo una infraestructura vial, de hospitales... hubo un cambio y una visión social distinta que sí captó a mucha gente”, dice y precisa que otra discusión es cómo las sombras de corrupción, con el tiempo, han ido modificando esa percepción del trabajo de la revolución ciudadana.

Argumento que el director de Click Report, Francis Romero, no comparte por sostener que, incluso por las propias mediciones de su empresa, el electorado que vota por la Revolución Ciudadana lo hace en muestra de apoyo o valoración a Rafael Correa: “les quita a Correa y la votación del movimiento se empezará a desplomar”.

Recambio: Tras perder las presidenciales, Pierina Correa cuestionó el trabajo de Marcela Aguiñaga frente al movimiento; esta terminó por renunciar al liderazgo de la organización.

¿Cuál puede ser una salida? Según Romero, la alternativa que mejor mantiene el equilibrio es que el expresidente mesure su comportamiento en redes sociales y modere su discurso: “El que tampoco ha evolucionado es Rafael Correa. Si en lugar de despotricar al que piensa distinto se dedicara a cambiar su actitud, podría obtener mayor votación de los jóvenes”, dice.

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Aunque reconoce que es una alternativa poco aplicable por la efusiva actitud de Correa a través de sus redes sociales, Romero sí hace hincapié en la necesidad de que el movimiento Revolución Ciudadana empiece a analizar los efectos, tanto positivos como negativos, que tiene la figura del expresidente respecto a sus candidatos.

Sin embargo, la escasa autocrítica que tienen, según continúa, hace que el movimiento haga los diagnósticos erróneos: “Ellos desde adentro siguen cometiendo el mismo error de creer que lo único que deben hacer es sacar cuadros nuevos, cuando nunca lo han hecho ni lo harán mientras sigan bajo la sombra del expresidente Correa”, sostiene el director de la empresa encuestadora Click Report.

Este panorama, según acotan Andrade y Romero, muestra una dicotomía que, en el menor tiempo posible, el movimiento Revolución Ciudadana debe resolver. Sobre todo para poder rearmarse para las elecciones generales de 2025 y, con ello, intentar cumplir con una agenda que también apunta al resto.

  • Una semilla llamada populismo

La dicotomía que enfrenta la revolución ciudadana respecto a qué hacer con su máximo líder sin que esto merme el movimiento, según dice el director de Click Report, Francis Romero, no deja ‘huérfano’ al electorado que actualmente se decanta por su tendencia política.

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Según recuerda, antes de que exista el correísmo en el espectro político ecuatoriano, hubo varios líderes políticos que concentraron la votación popular (Álvaro Noboa y Abdalá Bucaram, por ejemplo), principalmente en la Costa, y que tenían un comportamiento similar al de ahora.

Sin embargo, sí precisa que difícilmente un partido político, en caso de debilitarse el correísmo, pueda tomar la posta de los más de 15 años de revolución ciudadana y capitalizar su electorado.

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