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Los de Puebla

Los personajes del denominado Grupo de Puebla, en su mayoría, son parte del populismo chavista. Varios de ellos están en la primera fila del prontuario de la corrupción en sus países; otros, sin vergüenza, se han sumado para garantizar la permanencia de figuras totalitarias que no tuvieron empacho en denigrarlos; no faltan individuos que dependieron, para su carrera política y su triunfo electoral, de los capitales sucios del narcotráfico y no se escapa por ahí alguno que ha vendido su fama por jugosos montos de dinero mal habido. Lula da Silva ha sido juzgado como gestor de negociados de la compañía Odebrecht en el caso Lava Jato, Dilma Rousseff tiene cuentas pendientes con la justicia de su país, Rafael Correa es la cabeza de un bien organizado núcleo que se habría apropiado de más de 70.000 millones de dólares producto de coimas en la ejecución de muchas obras públicas y en negociados petroleros, y está en la mira de las autoridades encargadas de aplicar la ley. A Ernesto Samper lo habría apoyado el Cartel de Cali en su campaña electoral que lo llevó a la presidencia de Colombia, según pruebas que dieron lugar al denominado Proceso 8.000, luego del cual la Comisión de Acusación del Senado no lo encontró “...ni culpable ni inocente...”. Por ello fueron encarcelados tres personajes muy allegados a él, que ocuparon la dirección de su equipo promocional y tuvieron altas posiciones en su gobierno. A José Miguel Insulza, cuando fue secretario general de la OEA y emitió opiniones críticas al régimen de Chávez, este líder del latrocinio lo insultó “...es libre de irse con su insulzería a otro lado... es bien pendejo, un verdadero pendejo y debería renunciar...”. Maduro, discípulo de aquel, no se cansó también de maltratarlo cuando Insulza rechazó los insultos proferidos por este contra Andrés Pastrana y Sebastián Piñera. Rodríguez Zapatero, por su lado, no escatimó gestión para garantizar la perdurabilidad de la dictadura venezolano con el cuento de una salida democrática.

Esa es la talla moral de esta tremenda “gallada”.