Las proximas crisis nucleares

Hasta hace pocos años parecía que el problema de las armas nucleares estaba controlado, o resuelto. Los arsenales nucleares de Estados Unidos y Rusia se habían reducido considerablemente respecto de los máximos de la Guerra Fría, y los tratados de control de armas limitaban los sistemas de alcance largo e intermedio. Puede que todo esto se termine. Los avances logrados durante la última generación no se limitaron a EE. UU. y Rusia. Fue posible persuadir a Libia para que abandonara sus ambiciones nucleares, Israel frustró el desarrollo de armas en Irak y Siria, y Sudáfrica entregó el pequeño arsenal que tenía. Irán firmó el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), que restringió su capacidad de obtener muchos de los elementos esenciales para la creación de armas nucleares. Y el Consejo de Seguridad de NN. UU. impuso duras sanciones a Corea del Norte para convencerla de renunciar a su todavía pequeño y comparativamente primitivo programa de armas nucleares. No ha habido uso de armas nucleares en combate en los casi tres cuartos de siglo desde que EE. UU. arrojó dos bombas atómicas en Japón para acelerar el fin de la Segunda Guerra Mundial. Pero este año EE. UU. se retiró del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (firmado en 1987) tras concluir que Rusia había violado sus términos. Irán ha comenzado un proceso lento pero sostenido para salirse de muchas de las restricciones del acuerdo o para obtener de EE. UU. y Europa un alivio de las sanciones económicas o porque le permitirán reducir drásticamente el tiempo que necesitaría para producir armas nucleares sin ser atacado. Las acciones iraníes podrían llevar a EE. UU., o a Israel, a lanzar un ataque preventivo que podría llevar a potencias regionales, como Turquía, Arabia Saudita y Egipto, a desarrollar o adquirir armas nucleares propias. Corea del Norte está mucho más adelantada que Irán, y la idea de que aceptará renunciar a las armas y “desnuclearizarse” es ilusoria, pues cree que solo las armas nucleares pueden asegurar la supervivencia de su régimen, creencia reforzada por la experiencia de Ucrania, que aceptó garantías de seguridad a cambio de renunciar a las armas nucleares que había heredado de la URSS, y 25 años después terminó invadida por Rusia. En los próximos años Corea del Norte podría poseer un arsenal significativo, capaz de plantear una amenaza importante a EE. UU. O sus vecinos, incluidos Corea del Sur y Japón, pueden decidir que necesitan armas nucleares por la amenaza norcoreana y su disminuida capacidad de seguir confiando en EE. UU. El peligro en ambas regiones es que una carrera armamentista nuclear provoque una guerra preventiva. Incluso si se evita, la presencia de varios arsenales nucleares aumentaría el riesgo de que uno o más países se apresuren a lanzar un ataque en caso de crisis. Por si fuera poco, India y Pakistán, con larga historia de conflicto bilateral, son potencias nucleares, y no se puede dar por sentado que la disuasión nuclear funcione. Estamos entrando a un nuevo y peligroso período. Podría ocurrir que la competencia nuclear o incluso el uso de armas nucleares vuelvan a convertirse en la mayor amenaza a la estabilidad global. Más incierto todavía es si los líderes actuales estarán a la altura de este nuevo desafío.