Proteccionismo vs. libertad

Todos nacemos pobres. Desnudos. Nadie se lleva en el ataúd su riqueza, ni un céntimo de sus ahorros.

Pero los bienes que corresponden a sus hijos (herencia), “políticos” (¿?) a nombre del Estado y que jamás han ayudado a “producir”, se los apropian indebidamente . Expolian el esfuerzo y resultados de “riquezas” ajenas.

En la historia y en el mundo solo hay dos opciones: el proteccionismo y la libertad. Los teóricos olvidan lo que quiere la gente. El ser humano, de acuerdo a sus inclinaciones y talentos, busca comer y vivir con su esfuerzo. Y esto implica “producir”. No “trabajar”. Comprar y vender. Importar y exportar. Sea en su entorno o fuera de él. Su capacidad de producción y la velocidad de las transacciones generan riqueza. El rápido crecimiento reduce la pobreza.

El Estado perjudica al pueblo “imponiendo” cargas y tributos de los que luego “exonera” a pocos. Establece monopolios públicos y privados que benefician a quienes están cerca del Poder. Otorga “concesiones e incentivos”.

El proteccionismo “ayuda” a que ciertos grupos sociales “crezcan”. Evade la apertura comercial. Evita la “competencia” que reduce los precios, genera abundancia y amplía los mercados.

Los pueblos que practican el libre comercio logran prosperidad para los más pobres.

Los países proteccionistas que arguyen la “soberanía” y autonomía que beneficia a sus gobiernos y empobrece a la gente, no consiguen el bienestar con artificios políticos, económicos ni jurídicos.

El principal monopolista es el Estado. Pero: ¿qué es el Estado? Es una entelequia. Los que gobiernan hacen de él y del poder instrumentos de coerción y coacción. Es, generalmente, fuente de ilícitas fortunas y corrupción (peculado, sobornos, coimas, etc.).

Para disminuir la pobreza y la corrupción hay que lograr en el menor tiempo posible, al más bajo costo, que la mayor cantidad de personas tengan un mejor nivel de vida, sin proteccionismo. En libertad.

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