Propuesta de Merkel a Europa

La canciller alemana, Ángela Merkel, no tiene fama de ser una oradora particularmente electrizante; se dice más bien que su hablar sosegado tiene el poder de dormir a los oyentes. Pero hace unos días eso cambió. Durante una visita de campaña a un festival de la cerveza en el suburbio muniqués de Trudering, Merkel pronunció un encendido discurso que dominó los titulares de los diarios a ambos lados del Atlántico. En él hubo mucho más que electoralismo. “Los tiempos en que podíamos depender enteramente de otros son hasta cierto punto cosa del pasado”, dijo Merkel, “y lo único que puedo decir es que los europeos debemos tomar el destino en nuestras manos”. Todo aquel que haya prestado atención sabe hace tiempo que los cambios históricos que suceden hoy no surgieron de Alemania, sino de los dos miembros fundadores del Occidente geopolítico: EE. UU. y el Reino Unido. Antes de la elección de Trump y del referendo por el “brexit”, los alemanes no veían motivos para hacer cambios fundamentales al orden geopolítico vigente. Pero la decisión británica de abandonar la Unión Europea puede inspirar a otros países a hacer lo mismo. y el plan aislacionista de Trump, con lo de “EE. UU. primero”, implica la renuncia de Washington a su papel de liderazgo internacional y, posiblemente, el cese de sus garantías de seguridad para Europa. En la reciente elección presidencial francesa, los europeos evitaron un desastre de proporciones históricas. Una victoria de Marine Le Pen, del ultraderechista Frente Nacional, hubiera implicado casi con seguridad el fin del euro, de la UE y del mercado común. Europa continental estaría ahora mismo atrapada en una profunda crisis económica y política. Los que todavía creemos en una Europa unificada debemos aprender la enseñanza del encuentro cercano con el peligro en la elección francesa, para que la historia no se repita. Europa debe ampliar su capacidad de actuar y de responder a crisis y circunstancias cambiantes. Ese fue el mensaje central de las declaraciones de Merkel. Ella sabe que EE. UU. es indispensable para la seguridad de Europa. Pero también sabe que la presidencia de Trump siembra dudas sobre las garantías de seguridad provistas por EE. UU. y sobre los valores compartidos que, hasta ahora, han vinculado firmemente a ambas partes. Sus palabras son un llamado a una Europa más fuerte. Merkel sabe que si EE. UU. renuncia a su lugar en la cima del orden internacional por motivos de política interna, no será sustituido por una nueva potencia dominante, ni surgirá un nuevo orden mundial. Lo que habrá es un vacío de poder signado por el caos. Y conforme aumente la inestabilidad mundial, los europeos no tendremos más opción que unirnos para defender nuestros intereses, ya que nadie lo hará por nosotros. Felizmente, Merkel halló un socio en la figura del presidente francés Emmanuel Macron. Ambos líderes quieren estabilizar la eurozona, recuperar el crecimiento económico y fortalecer la seguridad de Europa mediante la creación de una fuerza de fronteras común y una nueva política para los refugiados.

Con lo cerca que estuvo la UE de desaparecer, no hay otra alternativa que actuar. El papel de sabelotodo avara que asumió Alemania en la eurozona es incompatible con la postura que debe adoptar a partir de ahora. Para demostrar liderazgo real dentro de la sociedad francoalemana, Alemania tendrá que hacer concesiones políticas.