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En prision tambien hay moda

De traje o de uniforme. El look de los funcionarios acusados de corrupción varía conforme avanzan los procesos.

Referencial. En 2013 Ecuador implementó el color naranja para las personas privadas de la libertad. El color se escogió para evitar posibles camuflajes.

Elegantes, informales, con uniformes color naranja, deportivos, desaliñados, con casco y chaleco antibalas. Desde el inicio de las diligencias que investigan la corrupción registrada en Petroecuador o en la trama de sobornos de Odebrecht, un desfile de colores se pasea por juzgados y tribunales.

¿A qué se debe el atuendo de cada preso? Hay varios factores. La vestimenta puede depender del centro carcelario en el que se encuentre el detenido.

De camisa y terno se vistió Jorge Glas, vicepresidente sin funciones y detenido en la cárcel Nº 4, en el norte de Quito, en la audiencia de habeas corpus cumplida en la Corte Nacional de Justicia el domingo 15 de octubre. El centro carcelario de mínima seguridad en el que está recluido Glas desde el pasado 2 de octubre no tiene uniformes. El sitio, una casa que perteneció a la Policía, inicialmente fue destinado a policías involucrados en delitos, luego se sumaron militares y a ellos se incorporaron políticos y funcionarios públicos. Ahora tiene como su huésped de más alto rango al vicepresidente, que pasa su encierro en una celda individual. Por lo tanto, incluso dentro del sitio el ‘vice’ puede elegir su look.

Mientras estuvo en ese centro, Carlos Pareja Yannuzzelli, exministro de Hidrocarburos sentenciado a cinco y seis años por cohecho y asociación ilícita registrada en la estatal petrolera, acudió a los llamados de la Fiscalía protegido con chaleco antibalas y casco, vestido con pantalón y guayaberas o camisas de manga corta.

La vestimenta de Pareja cambió cuando el exministro fue trasladado a la cárcel regional de Latacunga. Hace tres semanas durante la realización del juicio que por delincuencia organizada se siguió contra Pareja y otros, el exfuncionario lució el uniforme color naranja asignado a los privados de la libertad de ese centro carcelario.

A ello se puede deber un factor de comodidad, o también un estado emocional, indica el psiquiatra Óscar Bonilla (ver la entrevista, más abajo).

Juzgado por el mismo delito, que luego los jueces cambiaron a asociación ilícita, Marco Calvopiña, exgerente de Petroecuador, cambiaba el saco naranja por una chaqueta que le llevaba su esposa a la sala de audiencias. Ante todo es un profesional y es inocente, señaló Pablo Encalada, su defensor.

Completamente informal lució en la misma audiencia Álex Bravo, exgerente de Petroecuador sentenciado por delincuencia organizada. Chompa y pantalón eran parte de su atuendo. Bravo está detenido en el Centro de Detención Provisional de Pichincha.

Otro de los exfuncionarios detenidos es Alecksey Mosquera, exministro de Electricidad del Gobierno del expresidente Rafael Correa. Él acudía con un suéter rojo a rayas, marca Polo eso sí, pero sin afeitarse. El exfuncionario espera audiencia preparatoria de juicio en el caso Odebrecht por lavado de activos.

La utilización de uniformes anaranjados inició en Ecuador a finales de 2013, recordó la exministra de Justicia Ledy Zúñiga, actual secretaria técnica de Drogas. Se emplean donde se aplica el modelo de gestión, informó. Entre esos lugares están el Centro Regional en Cotopaxi, El Turi en Cuenca y el centro carcelario de Guayaquil.

El kit está integrado por pantalón, abrigo, camiseta, medias y calzado. Además destacó que el color fue adoptado por un tema de seguridad.

El naranja es un color que se utiliza en cárceles de Estados Unidos, en algunas de Colombia, en Filipinas y otras naciones. En Argentina a inicios de este siglo el Gobierno de ese país resolvió que, luego de 50 años de eliminado el traje a rayas, los reos más peligrosos utilicen el color anaranjado.

En Venezuela desde 2013 en algunos centros se implementó el amarillo para las prendas carcelarias. La vestimenta, según reportes de prensa, debía ser costeada por los familiares de los detenidos.

La opinión

Óscar Bonilla, médico psiquiatra, experto en hacer perfiles psicológicos

La pérdida del interés por la ropa

Las personas privadas de libertad, más aún las que están en grandes centros de reclusión, van perdiendo su autoestima y van cambiando su comportamiento con el pasar de los días. El encierro los afecta. Unos se deprimen y otros sacan a relucir su coraje, su fuerza. Cada preso se comporta de acuerdo con lo que siente y piensa.

Los presos son personas que sienten que tienen la espada sobre su cabeza y, por tanto, su reacción depende mucho de su fortaleza y del ánimo que tengan para salir al exterior.

Generalmente los presos sienten que ya no le importan a la sociedad, por tanto allí no valen las estrategias ni las vestimentas que usen. He visto a profesionales que pierden el interés por su presencia y se abandonan a su suerte. Por eso no les importa la ropa que se pongan para las audiencias. Les da lo mismo vestir traje que un pantalón y una camisa, o el uniforme de preso.

En el caso del presidente sin funciones Jorge Glas, yo creo que él siente que debe mantener su imagen de hombre importante y, por tanto, siempre irá a las audiencia con un traje. En el caso de Carlos Pareja Yannuzzelli, a él se lo ve desgastado y descuidado, porque se siente derrotado y engañado.

Pero hay presos que a, pesar del encierro, jamás pierden el interés por su presencia. Recuerdo a Daniel Camargo, un violador y asesino en serie, que siempre acudía a las audiencias bien vestido. Era un hombre de gran inteligencia, que la utilizó mal para cometer sus atroces crímenes.

Un look que define actitud y poder

Conservar el buen vestir, incluso en prisión, es una cuestión de imagen. Así lo indicó Cristina Carrillo, diseñadora de modas y máster en Asesoría Personal. “Todo se trata de lo que uno quiera transmitir. Si estamos hablando de políticos, empresarios, incluso deportistas, y si aún tienen la esperanza de conservar su vida una vez que acabe este periodo difícil, es importante mantener el estilo porque esto dice que uno conserva ese poder y también que esta situación no tiene una afectación emocional”.

Para ella, hay casos emblemáticos, como el del exfutbolista americano O. J. Simpson, que continuó de traje y corbata incluso en medio del juicio por el homicidio de su expareja. “Cuando la gente piensa en O. J., la gente recuerda la fotografía de él, en traje, probándose el guante. Es importante para un hombre de poder que se lo recuerde impecable”.

Mario Conde

El banquero español fue condenado a 20 años de cárcel por estafa y apropiación indebida por sustraerse 3,6 millones de euros del Banco Español de Crédito (Banesto). Pese a su larga condena, el estilo del banquero en la corte fue siempre impecable, tanto así que sus looks eran retratados en las principales revistas de su país. “La vestimenta es un acto de respeto con el interlocutor”, decía.

Manuel Noriega

El dictador y político panameño vestía siempre su traje militar para acudir a la corte. Fue condenado a veinte años de cárcel por tener lazos con el cartel de Medellín. Luego Francia lo condenó a siete años más por blanqueo de dinero. Decía que su uniforme era una parte arraigada de sus costumbres y que, además, nunca perdió su rango en las Fuerzas Armadas panameñas.

Abimael Guzmán

El exlíder de la organización subversiva y terrorista de tendencia maoísta Sendero Luminoso sorprendió al mundo entero con su brutalidad, y también con su foto en el uniforme a rayas con el que habitualmente se presentaba a la corte. Luego se convirtió en algo habitual, pues sus compañeros de ideología también seguían la tendencia. En años posteriores prefirió la ropa de ‘civil’.