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La posverdad

Está a punto de entrar al Diccionario de la Lengua Española la palabra “posverdad”. El término fue posiblemente usado por primera vez a inicios de la década de los noventa por Steve Tesich, describiendo el deseo de la población por vivir en un ambiente de conclusiones ficticias a partir de premisas falsas. El concepto denota la desconexión entre los hechos reales y las percepciones de la gente, generalmente alimentadas por políticos, la maquinaria de publicidad que manejan y sin duda una parte de los medios de comunicación, a veces vinculados con intereses particulares.

La posverdad también es parte de la mitificación que hacen los pueblos sobre ellos, terminándose de convencer de sus mentiras. Un ejemplo de un hecho familiar a nuestro lector es la muerte de Abdón Calderón. Desde pequeños fuimos educados en la creencia de que el Héroe Niño había perdido la vida en las faldas del Pichincha luego de ser desmembrado a punta de cañonazos, no sin antes tomar el asta con la boca y enarbolar la bandera. Sin duda el capitán Calderón peleó con valentía, pero de acuerdo a los hechos reales murió unos días después de la batalla en casa de una familia amiga, seguramente a causa de las heridas.

En la actualidad muchos políticos apelan a los sentimientos con el ánimo de ir sembrando creencias en el elector, donde les importan un bledo los hechos reales, en cuanto deben ser desechables para construir “sus verdades incuestionables”. Un ejemplo cotidiano tiene que ver con acuñar términos como “la larga noche neoliberal” o “lo malo del lucro”; así como ir construyendo actitudes en la población a partir de hechos visibles pero no generales como en la demonización musulmana.

Sometidas las afirmaciones al ácido de los hechos reales, en Ecuador jamás hubo un gobierno neoliberal, porque nadie aplicó la receta con todos sus ingredientes, así como tampoco debe ser malo ganar dinero honradamente en el país, que tiene la tasa de emprendimiento temprano más alta del mundo. Lo irónico del caso es que a los anteriores arquitectos de las mentiras les terminarán construyendo su propia posverdad.