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Diabetes en Ecuador
Pacientes con diabetes dependen del suministro continuo de insulina para mantener su tratamiento.PEXELS

Ecuador enfrenta desabastecimiento de insulina y crece el riesgo para pacientes

La falta de insulina afecta IESS, MSP y municipios; especialistas alertan riesgos graves por la interrupción del tratamiento

La falta de insulina volvió a evidenciarse tras el reclamo del Municipio de Guayaquil, que denunció que sus centros municipales no cuentan con este medicamento porque el Sercop no ha aprobado compras por observaciones contractuales. Ese conflicto dejó ver un problema mayor: en varias unidades del IESS y del Ministerio de Salud Pública (MSP) también hay desabastecimiento, mientras que otras sí registran stock.

El contexto agrava la situación. Según la International Diabetes Federation (IDF), en 2024 había unas 552.800 personas adultas con diabetes en Ecuador, lo que representa el 4,9 % de la población entre 20 y 79 años. Muchos de ellos dependen de insulina para evitar complicaciones graves.

Pacientes de distintas ciudades relatan que recorren centros públicos sin respuesta sobre cuándo volverá a haber insulina. Algunos reducen dosis y otros han dejado de aplicarse por no poder costearla en farmacias privadas.

Desabastecimiento de insulina en Ecuador

Expreso consultó al IESS y al MSP para conocer por qué unas unidades están abastecidas y otras no, pero hasta el cierre de esta nota no se obtuvo respuesta.

Frente a la falta de información oficial, este Diario buscó la opinión de especialistas sobre los riesgos que enfrenta un paciente sin acceso a insulina, un tratamiento que debe ser garantizado por el Estado.

La neuroendocrinóloga Diana Zúñiga explica que los pacientes con diabetes tipo 1 —que no producen insulina— requieren dosis diarias de insulina lenta o intermedia y de insulina rápida para las comidas. Su ausencia supone un riesgo vital: “Los niveles de glucosa se disparan y pueden surgir complicaciones agudas como coma diabético o infecciones”, señala. En los pacientes tipo 2, aunque conservan algo de producción de insulina, los riesgos siguen siendo altos. Las complicaciones pueden tardar más, pero igualmente comprometen la vida.

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Zúñiga detalla que existen insulinas lentas, intermedias, rápidas y ultra rápidas. Las insulinas humanas (como la intermedia) generan más variabilidad en la glucosa, mientras que las análogas modernas son más estables y reducen el riesgo de hipoglucemia. Aunque cada tipo cumple funciones distintas, su objetivo es evitar fluctuaciones fuertes del azúcar, clave para prevenir daños crónicos. La especialista recuerda que la diabetes es silenciosa y, sin buen control, puede causar ceguera, insuficiencia renal, infartos, accidentes cerebrovasculares y neuropatías que incluso llevan a amputaciones.

El endocrinólogo Roberto Cedeño coincide en que la falta de insulina puede desencadenar complicaciones agudas como cetoacidosis o un estado hiperosmolar, que requieren cuidados intensivos. Recalca que el tratamiento debe combinarse con dieta y actividad física para regular la glucosa. En cuanto a usar insulinas más económicas o distintas a las prescritas, afirma: “En efectividad todas son iguales; la diferencia es la seguridad. Las modernas tienen menos riesgo de hipoglucemia y menor variabilidad glicémica”.

Advierte que, sin control metabólico adecuado, aparecen complicaciones crónicas como hipertensión, infartos, aterosclerosis, enfermedad renal y un aumento de la mortalidad. “Si no logro estabilizar a un paciente diabético en tres meses, el riesgo de complicaciones crece y aumenta la mortalidad a largo plazo”, concluye.

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