Piedra en el zapato 1

Pocas veces Ecuador llega a ser noticia en eventos internacionales. En los últimos años, dos veces lo hemos “logrado”. La primera, cuando le concedimos el asilo político a Julian Assange; la segunda, cuando se lo quitamos. Para los periodistas internacionales que no entiendan qué está pasando, permítanme aclarar que Lenín Moreno calcula cada decisión que toma partiendo de un indicador: ¿me conviene? Y la estadía de Assange en la embajada era lo opuesto, por: (i) razones económicas. Estamos en época de “rescates” por parte de organismos financieros, capital en gran parte de Estados Unidos, que desde el día 1 ha declarado a Assange como enemigo de la nación por haber expuesto sus secretos al mundo, diplomáticos y de (crímenes de) guerra. EE.UU. espera el día de juzgamiento para establecer el precedente de qué ocurre cuando deciden meterse contra el gobierno más poderoso del mundo. ¿Aceptarían abrirnos líneas de crédito mientras lo teníamos de huésped? Un mes antes de la revocatoria del asilo recibimos $ 10.000 millones. Súmele la imposibilidad de negociar un acuerdo de libre comercio con el Reino Unido (cuando el brexit entre en vigencia). Difícil llegar a acuerdos con el país a quien no le permites ejercer justicia. (ii) Assange violó las condiciones del asilo. Se conectaba con ‘hackers’ rusos desde territorio ecuatoriano y determinaba nada más y nada menos, que las elecciones presidenciales americanas. El fundador de WikiLeaks es incontrolable, indomable en su concepto de justicia. Por más que perjudicara las relaciones de Ecuador con el gobierno que buscaba deslegitimar. Porque al final del día lo hacía desde nuestro metro cuadrado. (iii) Y más importante aún, las publicaciones de INA Papers. Se metió con la familia de quien tenía el poder para revocarle el asilo (lo que confirma el egocentrismo del personaje). Incitó a que la Fiscalía iniciara la investigación, pero también a que Carondelet dijera: hasta aquí. ¿Y ahora? “Le hemos quitado el asilo a este malcriado y ventajosamente nos hemos librado de una piedra en el zapato”. En el siguiente artículo demostraré por qué podría estar equivocado nuestro presidente.