Peter y Sebastian

Mi primer ahijado es un ilustrador brillante que hace muchos años vive fuera del país y digamos que ser comunicativo no es su fuerte. Por ello no me alcanzó el tiempo para construir suficientes puentes de comunicación con Sebastián, a quien por su timidez me ha tocado adivinarlo para conocerlo un poco más. A veces he pensado que intuirlo será mi única opción para acercarme un poco más.

Reservado, ligero, delgado, con lentes, blanco, audaz, como Peter Parker, así. Así es mi ahijado. Así de natural; se parecen. Hablando de ese personaje y por la coyuntura, me gusta que Stan Lee no se permitió crear personajes superdotados sin debilidades humanas y, particularmente, deseó que Spiderman escondiera detrás de su disfraz a un adolescente. Quiso que Peter Parker tuviera una vida nada fácil y, aunque en primer lugar pensó en un ser volador como la mosca o mosquito, se decidió por la araña, que no siendo del agrado de la mayoría, puedo sospechar que la eligió para aleccionarnos con eso de que justo de lo que no nos gusta de nosotros mismos podemos obtener grandes fortalezas.

Cuando me enteré de la muerte de Lee me puse a pensar cuántos creadores así quedan, que son, de alguna manera, como los griegos, creadores de sus dioses casi humanos y quienes siempre me han llamado la atención. Decidí, casi resignada, no escribir sobre su muerte porque me dije a mí misma: ¡qué va a caber esto de los superhéroes en una era tan fría como la tecnología! Casi una decisión resabiada.

Hoy en Instagram encontré una ilustración del Hombre Araña diseñada en blanco y negro y al pie un texto maravilloso de su ilustrador, mi ahijado, que se permite violar su principio de discreción absoluta frente a sus sentimientos ante la muerte y la pérdida. Por Lee se permite hablar de cuánto le importa, de cómo se dejó inspirar por su trabajo y la conexión eterna con sus personajes.

Me conmovió muchísimo, en especial su autenticidad y humildad. Me animó a escribir y a decir, al igual que Sebastián, ¡gracias por todo Stan Lee!