El peso de un mito

A partir de la segunda mitad del siglo pasado, un pequeño segmento de la población ecuatoriana empezó a acariciar el mito de que ser de izquierda era sinónimo de inteligencia, y tomó más revuelo aún cuando un recordado pensador lideró la iniciativa de crear la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que ha servido para difundir las manifestaciones culturales de la comunidad, pero también ha albergado a pequeños grupos que pugnan por mantenerse en los mandos, como una forma de vida.

Otros, “genuinos” hacedores de cultura, en actitud de rechazo a este despropósito, han optado por retirarse y han preferido continuar con sus labores culturales desde el ámbito particular, con auspicio del empresariado.

Así la mal llamada “política”, con mayor intensidad durante la década pérdida, se ha tomado este espacio de naturaleza específica, y que hace poco sirvió también de albergue para que los indígenas (¿con autorización de quién?) se tomaran los espacios de dicha Casa en Quito, y se organizaran para provocar los desmanes de octubre pasado, que son de conocimiento público.

El rumbo y las actividades que le corresponden -desde su inicio- a esta Casa, van perdiendo su esencia, y quienes consideramos que la cultura debe ser el reflejo del alma de un pueblo que, en el caso ecuatoriano, siendo diverso busca identidad propia, miramos con estupor desde afuera -para no incurrir en complicidades-, cómo se nos va de las manos aquella loable iniciativa.

Leonardo Cueva Piedra