A las 16:00 de hoy está prevista que inicie sus operaciones Uber, una de las plataformas digitales que está en la mira de la transportación regulada y de entidades que controlan el tránsito.

El gremio de taxistas es su principal detractor, sector que hace un mes encabezó una movilización para exigir a las autoridades que le prohíban operar al igual que Easy Taxi y Cabify, transnacional que hoy cumple un año de actividades.

En septiembre pasado, el alcalde Jaime Nebot dijo que no autorizaría que esta compañía internacional opere en la ciudad, tras recibir la visita de sus directivos. “Conozco el servicio. Sé que es bueno; pero hay que tener en cuenta a las miles de familias que viven de una actividad lícita como para ponerles una competencia de esa naturaleza”, aseveró en ese momento.

La opinión también la compartía el gerente general de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM), Andrés Roche.

Pero Uber igual llegó.

La vocera de la transnacional, Cristina Villarreal, aseguró que durante un año han mantenido conversaciones con autoridades de Quito y Guayaquil. Incluso, dijo, conversaron con representantes de la ATM “en términos de modernización de la movilidad, generación de oportunidad de emprendimiento y colaborar con la seguridad del transporte público”.

Roche no lo ha desmentido. Al respecto, no obstante, indicó ayer que Uber solo podrá operar con taxis amarillos, es decir regulados. Añadió que “en los próximos días tendremos un informe al respecto”.

Tras conocer la noticia, los taxistas formales también se pronunciaron.

“De lo que conocemos es que no hay autorización para Uber, es decir pretende operar de manera informal”, enfatizó el presidente del gremio, George Mera. Este subrayó que no descartan una nueva protesta.

El representante del Tejido Social de Guayaquil, grupo de veedor de servicios básicos de la ciudad, Gelacio Mora, en cambio considera que las facilidades para el ingreso de esta plataforma y otras similares son necesarias.

Señala que el gremio de taxista está monopolizando la movilización. “Los monopolios son malos para los negocios porque impide la mejora de la calidad del servicio y de la tarifa económica”, remarcó.

Mora considera que urge la necesidad de legalizar la informalidad “porque estamos en crisis económica y social”, al tiempo que se dé paso a las plataformas “porque ofrecen beneficio y seguridad al usuario”.

Desde hace un mes, Uber recepta los datos de los interesados, quienes acuden hasta un salón de hotel cinco estrellas de la ciudad para afiliarse.

Los requisitos para los postulantes son: contar con un vehículo particular en buenas condiciones mecánicas (mínimo del 2004) y aprobar un examen de confianza, que incluye la revisión de los antecedentes penales y el seguimiento a las contravenciones de tránsito. Al final deben aprobar la capacitación relacionada al uso de la tecnología en la aplicación.

Villarreal aclara que no son una empresa de transporte ni de taxis, “sino una aplicación que conecta a dos personas para una acción de movilidad”.

Destacó que la aplicación opera en más de 600 ciudades de 70 países, totalizando dos millones de conductores y 40 millones de usuarios.

Reconoce que la presencia de la plataforma generó resistencia en numerosos países, pero considera que aquello se soluciona trabajando de la mano con los gobiernos locales para la modernización de las regulaciones. La funcionaria cree que la competencia es buena, favoreciendo al usuario al tener alternativas para su movilidad.

Un ingreso nada fácil

La presencia de Uber en otros países no ha sido fácil. Si bien está regulado en siete estados de México, en esa nación ha tenido que enfrentarse con los taxistas amarillos.

En noviembre pasado también se suscitaron confrontaciones en Puerto Rico por la presencia de la plataforma. En enero, los taxistas de Cartagena anunciaron la creación de su cuenta operativa contra el servicio de Uber.

La plataforma busca espacio en Argentina.