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La pertinaz corrupcion

Si fuera propósito del presente editorial describir país por país aquellos donde se ha hecho visible, resultaría mucho más práctico señalar aquellos donde se presume su ausencia. Lo señalado ejemplifica la magnitud de su presencia en el planeta y, cabe reseñarlo, no pretende servir de consuelo en relación a la que campea en el Ecuador. Bien se asume la reflexión de que los males extendidos no sirven de consuelo sino a los débiles de entendimiento.

Cabe sí preguntarse: ¿por qué un mal tan ampliamente difundido y tan dañino no ha merecido todavía un esfuerzo mundial, tal cual el que se cumple frente a ciertas plagas de salud pública? ¿Qué razones o intereses han impedido una concertación internacional para combatirlo en ánimo, al menos, de frenar su crecimiento e intentar erradicarlo?

Lo cierto es que la corrupción tiñe con sus malolientes tufos las campañas electorales de países tan respetables como los Estados Unidos de América o el reino de España, y llena de vergüenza las informaciones que nos llegan de la Argentina, de Brasil, de Chile o de Venezuela, para solo citar naciones donde se están escenificando procesos vinculados a su denuncia o juzgamiento.

Conociendo que el Ecuador no es ajeno, a lo largo de su historia, a denuncias de corrupción desde los inicios de su aparición como república, es importante destacar que estas dieron lugar a la emergencia de brillantes temperamentos de estadistas como Vicente Rocafuerte, que la combatieron con sobrada energía. Igual ocurrió después con otros presidentes que no tuvieron reparos en luchar contra ella con valiente decisión.

Estando en tiempos de propuestas electorales y siendo cada vez más frecuentes las evidencias de aprovechamientos ilícitos de los recursos públicos, también entre nosotros, resulta válido exigir a los aspirantes a la primera magistratura la elaboración y difusión de propuestas destinadas a impedir su crecimiento y su impunidad, no únicamente incrementando el rigor de las potenciales sanciones sino estableciendo mecanismos para prevenirla, definiendo los adecuados controles que, sin entorpecer la administración, fomentando la transparencia, impidan el abuso con los dineros públicos que ahora parece ser hábito común de muchos de los que llegan a manejarlos.

Bueno sería tener propuestas al respecto.