Temeridad. A diario, los moradores que habitan en distintos sectores de la vía Perimetral evitan el uso de los puentes peatonales y se arriesgan cruzando la peligrosa avenida entre las mallas metálicas y bloques de hormigón.

Peatones y delincuentes le hacen huecos a la seguridad

Vecinos de la vía Perimetral aducen que en los puentes les roban y por eso los evitan. La Policía lo niega. La ATM culpa a los recicladores del robo de mallas.

Las mallas colocadas sobre los muros divisores de la vía Perimetral -alrededor de los doce pasos peatonales que atraviesan la avenida, desde la isla Trinitaria hasta la parroquia Pascuales-, evidencian vandalismo y el robo de piezas.

Asimismo, en lo que va del año se han registrado dos víctimas de arrollamientos en esta arteria, ambas en el sector de la isla Trinitaria. En ambos casos, las autoridades alegaron que la principal causa de esos accidentes fue la imprudencia de los peatones al no utilizar los puentes que cruzan sobre la calle.

“No es falta de cultura, lo que pasa es que arriba y debajo de los puentes roban. Desde que sacaron las mallas, la gente se ha arriesgado a cruzar, es más que todo por la inseguridad”, manifiesta Julio Campos, residente de la cooperativa Independencia, situada en el suroeste.

Sin embargo, Stalin Freire, jefe policial del distrito Los Esteros, a cargo de la seguridad de los sectores Trinitaria norte y sur, tiene otro punto de vista: “La gente no usa estos pasos peatonales porque no tiene la cultura de la seguridad. Es falso que en estos lugares se den robos a personas”, recalca.

También alega que no se han presentado denuncias que sustenten las quejas de atracos por parte de los recicladores. “Estas personas son revisadas en forma continua por el personal motorizado de este distrito y si tienen droga o algún objeto que no demuestre ser de su poder, es detenido conforme a la ley”, dice.

En tanto, Freddy Granda, jefe de Planificación de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM), recalca que, al ser una avenida muy transitada y que en sus alrededores se asientan diferentes cooperativas de vivienda de la ciudad, se deberían redoblar las seguridades, especialmente en los puntos vulnerables (Trinitaria, Socio Vivienda y Pascuales).

“Hay ladrones que roban en el lado derecho e izquierdo, cuando ven que hay control policial cruzan el puente y roban del otro lado”, argumenta.

Además, afirma que el vandalismo que evidencian las mallas se debe a los robos por parte de recicladores de diversos sectores de la ciudad, quienes llegan a esas zonas atraídos por las finas rejillas de metal.

“Hay bodegas de recicladoras que los incentivan, ellos andan en triciclos y también hemos detectado el robo de las señales de tránsito, cables y luminarias de la entidad”, expresa.

El modus operandi de los recicladores se desarrolla en el transcurso de las noches y es de manera secuencial. “En el primer día aceran las mallas y así continúan hasta el cuarto día donde las terminan de sacar”, añade Granda.

Pero el cruce improvisado y peligroso de los peatones no solo se presenta entre las mallas metálicas. Los muros divisores de Jersey también han sido violentados para facilitar el ‘salto’ de los transeúntes.

Durante un recorrido que efectuó este Diario por esos pasos, no observó en ese momento ningún caso de robos a los peatones. Pero sí corroboró que en las inmediaciones del puente de la Trinitaria, los bloques divisores de hormigón lucen caídos y virados. Así, los peatones logran sin mucho esfuerzo lanzarse hacia el otro lado, pese al riesgo de ser embestidos por los vehículos.

Esta peligrosa actividad se repite en diferentes sectores de la extensa avenida, como por ejemplo en el sector de la Entrada de la 8, en el norte de la ciudad. “Hace algunos días hubo un vigilante que hacía pasar las personas entre las rejas. Hay veces en que las mallas de metal no están puestas”, afirma Sugey Pacheco, enfermera que labora en un centro de salud cercano al lugar.

Narcisa Chele, moradora de la urbanización La Florida, cree que estas acciones se deben a la falta de educación vial y de conciencia sobre el riesgo. “Por la falta de tiempo, la gente quiere volar y deja de lado lo peligroso que es cruzar esta avenida, más aún en la noche; nos falta mucha cultura y respeto a la vida”, subraya la también docente.