Pateando tachos

El equipo canario es la imagen del DT. Barcelona juega con solidez en los momentos difíciles y con clase cuando conviene. Los repliegues son rápidos y coordinados, se apuesta por un 4-2-3-1 compacto con sentido de anticipo, salida ordenada, veloz, que

El equipo canario es la imagen del DT. Barcelona juega con solidez en los momentos difíciles y con clase cuando conviene. Los repliegues son rápidos y coordinados, se apuesta por un 4-2-3-1 compacto con sentido de anticipo, salida ordenada, veloz, que genera pocas situaciones de uno contra uno. Fútbol impredecible, se impone sin complicaciones con furia y pasión. Los sistemas no son tan importantes, lo es la metodología. Talento sin resultado es inútil; resultado sin calidad es aburrido. Jonathan Álvez es vehemente, una suma de certezas. Mete miedo cada vez que su pie toca la pelota como si fuera un violín. El más astuto, para elegir la mejor jugada. En sintonía con Díaz y Vera dos jugadores diferentes multiplican sus cualidades porque uno añade lo que le falta al otro. Alrededor de Damián gravita el juego; necesita cómplices. Su socio natural es Álvez, una apuesta enorme que puede convertir una pelota cualquiera en un gol inolvidable. Descomprime el ambiente cuando el partido carece de claridad o precisión. Con él estética y eficacia van de la mano. Puede desatar una tormenta de remates en cualquier instante. Determinante en espacios abiertos. Establece un misterio razonable para la marca que no sabe dónde tomarlo. Su tiro exterior hace daño. Le pone todo su sello. Sostiene la pelota. Si los centrales no lo cierran es una invitación para definir. Su perfil indica un claro, pero su pique se dirige a otro lugar. Completo, decisivo y voraz. Para los que entienden de contextos y matices. Pone el cuerpo cuando sabe que lo van a embestir. Aguanta la posición de la marca para atacar al espacio, porque en el área no se está se aparece.