Fletes. Buzo, casco colgando del brazo y el pito constante son señales para reconocer a quien ofrece el servicio.

Como pasajeros en un vehiculo informal

En Milagro, el ‘mototaxismo’ es una actividad común. Las calles del centro y sus periferias están prácticamente copadas por estos conductores que encontraron en esta labor un modo de subsistir ante el desempleo.

El fuerte sol del pasado miércoles no fue impedimento para que un gran número de motociclistas que transitaban por la avenida Jaime Roldós Aguilera utilicen buzos y chompas, al mediodía.

Además del pito constante, y el casco colgando en un brazo, el buzo es un distintivo para reconocer a los ‘mototaxistas’, hombres que conducen motos lineales y que transportan pasajeros a cambio de una retribución económica. No solo a uno, sino dos o tres. A veces, una moto soporta hasta cinco personas.

En Milagro, el ‘mototaxismo’ es una actividad común. Las calles del centro y sus periferias están prácticamente copadas por estos conductores que encontraron en esta labor un modo de subsistir ante el desempleo, o de aquellos que aun teniendo un trabajo no consiguen el suficiente dinero para suplir las necesidades económicas en su hogar.

Así inició Jorge Ruiz, hombre de 38 años con cuatro hijos menores de edad. Laboraba en Machala “de corrido” durante tres semanas y tenía libre una. Esos días eran aprovechados para “completar” el presupuesto mensual en su hogar, unos 600 dólares, con los 30 diarios que se hacía en promedio en su moto.

Sin embargo, el recorte de personal en esa empresa tocó a su puerta y ahora se dedica de lleno a los fletes.

Para don Cueva, otro mototaxista, la situación fue similar: una vez sin trabajo formal optó por comprar una moto y dedicarse a los fletes. “No nos dejan trabajar, nos dicen que está prohibido, pero deben ver el beneficio para la gente, nosotros vamos a donde los taxis no quieren ir, a Los Garabatos, Los Troncos, La Almeida, Las Piñas, y en horarios en los que ya no hay buses”, se excusa el señor de unos cincuenta y tantos años y padre de cuatro.

Es que don Cueva y una gran parte de usuarios y de mototaxistas en Milagro están seguros de que este servicio es beneficioso: además de que es más rápido que un bus y más económico que un taxi, las motos ingresan a lugares alejados, barrios periféricos, donde las calles con huecos y sin asfaltar ahuyentan a los taxistas.

El beneficio, no obstante, tiene su contraparte. Los taxistas aseguran que ese negocio es una “competencia desleal”, mientras que los ciudadanos piden más control, pues en Milagro la mayoría de accidentes en las vías son causados por los motociclistas, 224 hasta octubre de este año, si se compara con los 90 que provocaron los autos.

William Ayala Palma, jefe de operaciones de la Comisión de Tránsito del Ecuador, asegura que en la ciudad se realizan los controles respectivos y prueba de ello son las 156 motos retenidas y las 3.964 citaciones extendidas hasta noviembre de este año. Además de los miles de vehículos que ocupan el canchón sin ser retirados.

Esto, dice, porque la mayoría de los propietarios no hacen el trámite para recuperar sus vehículos. Como la multa es de dos salarios básicos ($ 750 actualmente), prefieren comprar una moto nueva y con esto se mantiene la proliferación de estos vehículos ‘fleteros’.

Para Segundo Barrera, director de la Empresa de Movilidad de Milagro (Emovim), el tema es claro: las motocicletas lineales no se encuentran reconocidas como vehículos aptos para prestar servicio de transporte público ni comercial de personas, en ninguna de las modalidades de transporte. Por lo tanto, no existe posibilidad de que se pueda legalizar el servicio.

Sin embargo, pese a los controles y la informalidad, las motos fleteras siguen rodando en la ciudad, beneficiando a algunos y molestando a otros.