
El papa destina a su legion para el perdon
El papa Francisco inauguró la Cuaresma con los ritos del Miércoles de Ceniza y, además, envió a sacerdotes a todos los rincones del mundo para absolver los pecados de los fieles, incluso los considerados más graves por la Iglesia católica como el aborto. La basílica de San Pedro acogió ayer la misa del Miércoles de Ceniza, que tradicionalmente se ha celebrado en el monte del Aventino, y durante esta ceremonia, el sumo pontífice otorgó el mandato a este millar de sacerdotes para viajar por las diócesis de todo el orbe. Se trata de los “misioneros de la misericordia”, una de las principales novedades del Año Santo Extraordinario en curso. Ayer acudieron a la misa alrededor de 700 de estos 1.071 misioneros, según informó la Santa Sede, y a ellos se dirigió el pontífice durante su homilía, en la que les recomendó ayudar a los fieles “a abrir las puertas del corazón, superar la vergüenza y no huir de la luz”. El pontífice les concedió la facultad de absolver los pecados, incluidos los reservados a la Sede Apostólica, es decir aquellos que solo puede perdonar el papa o los organismos designados por la Santa Sede. Estos son los que implican la excomunión “latae sententiae” (automática) y son “apostasía, herejía, cisma, profanación de la Eucaristía; atentado o violencia física contra el papa o la ordenación de obispos”. Los misioneros también podrán absolver el aborto, algo que hasta ahora solo podían hacer el papa y los obispos, y su misión durará hasta que concluya este periodo jubilar, el próximo 20 de noviembre. Al inaugurar la Cuaresma, el papa recomendó “tres medicinas que curan el pecado”: la oración, la caridad y el ayuno. “Es un símbolo muy potente”, dijo Marcello Ghirlando, un franciscano maltés de 53 años de amplia sonrisa. “Dios siempre nos perdona si vamos hacia Él con el corazón limpio y arrepentido”, aseguró. Algunos de los confesores han tomado iniciativas originales, como viajar a Canadá para confesar a los esquimales, recorrer Australia en autocaravana o viajar a países como China, Líbano o Burundi. Sin embargo, la mayoría trabajará en sus países y en sus diócesis, aunque pueden desplazarse si se lo piden sus obispos.