Pancho Segura: un ejemplo

Se atribuye al geógrafo Teodoro Wolf, que vivió en el país a fines del siglo XIX, la expresión “los ecuatorianos son especiales: viven tranquilos al pie de volcanes, descansando alrededor de minas de oro y se sienten felices escuchando música triste”.

El Ecuador azotado actualmente por una desaforada corrupción, alejado de la práctica de valores, tiene pocas razones para sentirse contento de sus logros, por eso debe destacarse la trayectoria de Francisco Segura Cano, recientemente fallecido, quien con esfuerzo, dedicación y queriendo lo que hacía, se convirtió en un ecuatoriano ilustre; no porque se palanqueó títulos u homenajes. Él ganó en legítima lid, por merecimientos, su condición de número 1 del mundo del tenis en individuales y dobles. Aquello explica por qué es el único ecuatoriano que figura en el Salón de la Fama, reservado a los mejores deportistas a nivel mundial.

Esta leyenda del deporte se engrandece más si se considera el enorme sacrificio que hizo para llegar a ser un deportista de élite, eso lo convierte en un ejemplo de vida. Superó sus limitaciones sin odios, sin complejos, sin revanchismos sociales, para escalar a la más alta cumbre de un deporte costoso, reservado a socios de clubes con acceso limitado.

¡Cuántos quisieran tener la vida de este insigne compatriota! La compartió con estrellas de cine, junto a los más grandes exponentes del tenis; formó a Jimmy Connors, al que se dice que es junto al suizo Roger Federer el tenista número 1 de la historia. Es cierto que Ecuador tiene otros deportistas que han hecho flamear la bandera patria, como Alberto Spencer, dos veces campeón mundial interclubes de fútbol; Andrés Gómez, ganador de muchos títulos y del afamado torneo Roland Garros; Jefferson Pérez; medalla de oro olímpica en marcha atlética; Jorge Delgado, campeón panamericano de natación, pero sin dudas Pancho Segura es el mejor deportista ecuatoriano de todos los tiempos. Por lo que hizo por el país y por la lección de vida que deja, merece ser recordado.

Lo más notable y ejemplar: auténtico, orgulloso de su pasado, conservó su sencillez en el éxito alcanzado.