Pais politico y pais nacional

En una de sus más célebres alocuciones, allá por 1946, el gran líder colombiano Jorge Eliécer Gaitán decía que en Colombia hay dos países: el país político y el país nacional. El uno preocupado por mantener sus canonjías, sus privilegios, su poder y el otro luchando por su salud, su educación, su cultura.

En las más de siete décadas transcurridas hasta nuestros días, aunque en alguna medida se ha modificado la situación, no ha cambiado lo suficiente ni en Colombia ni en nuestra América. Obviamente tampoco en el Ecuador y de allí que, aprovechando la brecha susbsistente, sigamos siendo tierra propicia para los demagogos que prometen soluciones mágicas jugando con el hambre popular y con los largamente acumulados problemas nacionales, elección tras elección, sin resolver nada porque, entre otras razones, cualquier avance real los dejaría sin discurso.

Tanto es así lo que señalo que a finales de los sesenta del siglo pasado, Osvaldo Hurtado pudo escribir Dos mundos superpuestos, ensayo de diagnóstico de la realidad ecuatoriana, donde aborda con abundancia de datos la condición antes aludida.

A la fecha, cuando a partir de los sucesos que estamos viviendo se promete, en ánimo de recuperar la paz, llevar adelante un gran plan de acción destinado a superar la brecha profunda que separa lo urbano de lo rural, que se pueda ofertar saneamiento ambiental y agua potable o salud y educación, evidencia cuánto queda por hacer todavía y cómo cada asalto a los fondos públicos debería ser considerado, juzgado y sancionado como traición a la patria.

Queda claro también que el divorcio entre el país político y el país nacional esta agravado, es cada vez más ostensible y rechina además el oportunismo, casi sin excepciones, con el que el liderazgo político nacional, si es que existe en esa magnitud geográfica, se enfrenta a la crisis.

Oportuno sea lo que estamos pasando para un replanteamiento que sincere la agenda pública en función de un auténtico interés nacional y, todos juntos, aprovechando un gobierno que aparentemente no está condicionado por apetitos electorales, reduzcamos la brecha.

’Sin otro ánimo que evidenciarlas, conviene tratar de entender las razones del descontento y hacer un esfuerzo nacional por superarlas’.