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Paco Moncayo: “Dijeron sus maximas aspiraciones, hay que negociar hacia sus minimos”

El general en servicio pasivo, Paco Moncayo, acudió esta semana a la llamada de Presidencia para conformar un consejo de asesores en seguridad y defensa.

Paco Moncayo también fue candidato presidencial en las elecciones de 2017.

- Ya se conocen las condiciones que piden los secuestrados, ¿puede aceptar un Estado liberar a tres criminales a cambio de la libertad de tres civiles?

- Hay un gran dilema para los que tienen que tomar las decisiones en este momento. Cuando se hablaba de las FARC o ELN o esos grupos subversivos ideológicos, con mandos, con objetivos políticos, el tema era más entendible. Si no, el Estado colombiano no se habría sentado con las FARC. El problema es que estos disidentes de las FARC tienen todas las prácticas nocivas de ellos, pero no tienen ningún fin político. No tienen Dios ni ley. Son crimen organizado. Son personas de la peor especie. Es muy difícil hablar con estas organizaciones terroristas que obedecen al crimen organizado. En ese dilema ético, para mí, lo esencial es la vida de estas personas.

- Pero insisto: ¿puede el Estado aceptar esas condiciones si ponen en riesgo la seguridad del país?

- Hay que negociar y poner equipos de expertos. Cuando un grupo de esta calaña hace una propuesta, está planteando sus máximas aspiraciones. Por eso, no se pueden anticipar criterios. El Estado tiene que poner los mejores y más expertos personajes que puedan hablar con esta gente, negociar y ver qué es posible hacer y qué no. La meta más importante para el Estado ecuatoriano es traer vivas a esas tres personas.

- Si esas eran las máximas aspiraciones de los secuestradores, ¿se pueden negociar otras que Ecuador sí pueda cumplir?

- En la técnica de negociación, como enseñamos en la cátedra, las partes no comienzan planteando los mínimos sino los máximos, aun sabiendo que son propuestas desmesuradas. Confiemos en que los negociadores de la parte ecuatoriana actúen con sapiencia y, por supuesto, conociendo el dilema ético. No hay salida buena. Puede ser mejor o peor, pero hay un dilema ético y lo que debe guiarles es la protección de la vida. Que los tres ecuatorianos vuelvan sanos.

- ¿Están las personas más capacitas de Ecuador negociando, como usted sugiere? ¿O quién está?

- No se sabe y eso está bien. No se puede intervenir en estos procesos con voces externas. No ayuda en nada. Tenemos que confiar en que tenemos gente experta en las Fuerzas Armadas y en la Policía que ya han pasado por esto. Pero además se puede pedir asesoría o se pueden contratar personas de otras partes, de Colombia, que ya han lidiado con esta clase de problemas.

- ¿Hasta cuándo puede durar el secuestro? ¿Es cuestión de días o puede llegar a meses?

- Va a depender de cómo actúen las autoridades y la comunidad internacional. Estos son crímenes transnacionales. Hay convenciones en Naciones Unidas, en la OEA, la Unasur y la CAN con compromisos asumidos sobre cómo pronunciarse en estos asuntos. Dependiendo de cómo lo manejemos, puede ser de poco tiempo. Más claro: está muy bien que intervengan organizaciones como Cruz Roja o el Vaticano. Un mensaje del Papa puede ser muy importante. No se puede pronosticar, pero si se manejan bien, los tiempos pueden ser relativamente razonables, en el sentido de no ser muy largos.

- Pero, si hay que negociar hasta alcanzar peticiones de mínimos, ¿puede extenderse días?

- Sí, así va a ser. Quiero estar equivocado y que regresen cuanto antes, pero depende de cómo se maneje esta crisis.

- ¿Cree que el pueblo ecuatoriano es consciente del problema y de la herida que puede quedar?

- Es un punto de quiebre entre una historia en la que veíamos los problemas del lado de Colombia y de Perú y hoy que estamos siendo atacados. La conciencia del pueblo se está formando. Hay que explicar a la gente de qué se trata esto. Es la peor amenaza. No es solo narcotráfico. El crimen organizado entrelaza la droga, la trata de personas, la minería ilegal, tráfico de órganos, de armas... Me parece que van a quedar heridas. Pero, quizá, también deje una enseñanza sobre cómo afrontar este momento duro como un país unido y evitar que se repita después. Por eso, es tan importante que las opiniones de expertos y políticos sean sensatas, sean orientadoras. Que se evite hacer bandera política o plataformas de prestigio personal de este tema.

- ¿Se ha cometido hasta ahora algún error en la negociación?

- Me parece que hay muchas cosas que se dejaron de hacer y me parece que en la coyuntura se están haciendo bien las cosas. Se ha actuado con la debida celeridad y prudencia, pero son paños tibios. Hay que hacer cambios sustanciales en muchos aspectos. Sobre todo en temas doctrinarios, equipamiento, capacitaciones, entrenamiento, despliegue de las fuerzas armadas y policiales. Los conceptos estratégicos ya son diferentes. La OTAN, en 2010, ya planteó un nuevo concepto estratégico orientado a las nuevas amenazas. En 2003, la OEA planteó acuerdos sobre las nuevas formas de seguridad.

- ¿Qué cambia con esos nuevos conceptos de estrategia?

- Antes se hablaba de conflictos domésticos o internacionales; hoy son intermésticos. Ha sido necesario un neologismo para explicar estos conflictos que desbordan las fronteras y que afectan a más de un país y son difíciles de manejar. Antes se hablaba de operaciones de policía o de militares con una línea divisoria clara; hoy esa línea se ha perdido. Antes se hablaba de operaciones conjuntas de la Marina, el Ejército y Aviación; hoy los operativos implican a la Policía, las Fuerzas Armadas, los órganos de control de lavado de activos, las aduanas y también civiles, como fiscales o representantes de derechos humanos, que antes no se concebía que estuvieran implicados. Eso está en mis dos últimos libros, que publiqué en 2014 y 2016.

- ¿Qué le parece el estricto sigilo informativo que terminó vulnerado con filtraciones?

- Se está pagando la falta de... (pausa larga) de práctica en enfrentar problemas así. No se puede perder el espacio de la información, porque si se deja la iniciativa en mano de los delincuentes o criminales, se está haciendo un grave daño en el logro de los objetivos. Por supuesto, no se puede comunicar todo, pero se tiene que mantener un contacto permanente. Tienen que salir oficialmente las informaciones. Hay un principio: es preferible que una mala noticia salga de la oficialidad a que llegue a través de rumores. Ese sí es un tema que debe ser revisado.

- ¿Cómo recibió el presidente, Lenín Moreno, este tipo de propuestas en su última reunión?

- Es positivo que escuchen a personas que tienen experiencia. Nosotros tres (los generales en servicio pasivo Varela, Mantilla y Moncayo) expresamos nuestras opiniones, con franqueza y lealtad a los intereses del país. Hay un grave problema, el tema de seguridad y defensa ha estado descuidado por parte de los políticos. Usted verá que no encuentran un ministro de Defensa que alguna vez haya abierto un libro sobre seguridad o defensa. Tenemos ministros que pueden saber de todo, pero sometidos a ideologías que no les permiten ver con objetividad. El presidente tiene este mérito. Él no cree saber todo y escucha a personas que sabemos sobre estos temas.

- Ese consejo asesor que se está formando, ¿durará más allá de la coyuntura del secuestro?

- Yo creo que el consejo y las recomendaciones no solo tienen que ser para salir del apuro, sino para evitar que tengamos los mismos apuros en el futuro.

- Dicen las autoridades que el clima de violencia es respuesta a las detenciones, ¿antes vivían tranquilos los criminales en la frontera ecuatoriana?

- Se dice que es la crónica de un conflicto muy anunciado. Se sabía y no se ha hecho nada, tal vez para mantener un statu quo para evitar violencia. El presidente de la República ha dicho que hubo permisividad y esta es una palabra muy dura cuando estamos hablando de seguridad del Estado y de la gente. Hoy experimentamos las consecuencias.