Otto Sonnenholzner

Habemus nuevo vicepresidente. Por tercera vez. ¿Cuáles son las implicaciones políticas de la elección de Otto Sonnenholzner? Primero: estamos frente a un giro definitivo de Ecuador a la derecha. Lenín Moreno no va a candidatizarse en 2021. Lo que significa que el puesto por el candidato de izquierda quedaba vacío. Ocupado tal vez por un vicepresidente catapultado por el cargo. Esa ligera y lejana posibilidad quedó enterrada con la designación de Otto. Empresario. Comunicador. El titular de El Comercio lo dejó marcado: “Un liberal llega a la Vicepresidencia”, por más que trate de distanciarse de esta etiqueta afirmando desde el día uno que las “ideologías quedaron superadas”. Conclusión: en 2021 la izquierda no tiene con qué. Ahora la pregunta es ¿cómo recibió “la oposición” la noticia? ¿Cuál fue la valoración del comunicado? ¿Encuentran en la Vicepresidencia el símbolo del giro definitivo hacia su espectro o ven en ella competencia? Competencia por lo siguiente: repasemos el discurso de Guillermo Lasso. Juventud y emprendimiento, los dos “valores” que encarnaría su nuevo contrincante. Él lo vive, el otro lo dice. ¿Cuál pesa más? No solo eso, la posibilidad de ser opositor al gobierno se ve limitada por la barrera natural que Otto representa para esta administración. Igual. El análisis desde el símbolo puede resultar insuficiente y superficial, sobre todo si se considera que del vicepresidente no se sabe mucho más que la dificultad de pronunciar su apellido. No tiene las bases. Carece de plataforma política. Algunos incluso verán su llegada como perjudicial, negativa. Después de todo es el tercero de dos que ya han caído. Difiero. Veo su designación como un pase directo. Las circunstancias están a su favor, maneja bien su “carencia de alianzas políticas y su falta de pasado”. Llega en el momento que su perfil es necesario. Si al perfil le sumamos el apoyo mediático que va a recibir, si se convierte en amenaza o no quedará en cuánto aproveche estos dos años: la causa que abandere y las calles que recorra. Aun así los tiempos están atropellados. Lasso y Nebot pueden relajarse. No han ganado un competidor. Sino un aliado.