Para el olvido

No hace mucho tiempo, cuando el actual presidente de la República iniciaba su largo mandato, fueron destituidos 58 diputados legítimamente elegidos y con ello se abrió camino a los gobiernos de Correa. Dichos legisladores fueron destituidos por tres personas integrantes del Tribunal Supremo Electoral, sin fórmula de juicio, sin derecho a la defensa, perseguidos violentamente por grupos que portaban garrotes. En esa persecución cayeron también legisladoras mujeres y uno de los perseguidos, un diputado de la provincia de Azuay, sufrió graves golpes por parte de los grupos violentos que asaltaron también las sedes de importantes organismos públicos y que hoy son llamados tirapiedras por el presidente. Esta destitución tan grotescamente efectuada, fue sin la menor duda un golpe de Estado parlamentario. El señor presidente lo olvida cuando sus conmilitones extranjeros son destituidos con un juicio previo, en que han tenido todas las facilidades para su defensa y luego de probarse hechos verdaderamente escandalosos, con una gama de corrupción increíble en las alturas, con un abuso de poder que ha vulnerado libertades y derechos; o han sido derrotados en las urnas, con victorias electorales legítimas. A esos hechos el señor presidente, autor de una teoría del golpe de Estado que deja archivado a Curzio Malaparte, llama golpes suaves, y cataloga de duros a aquellos en los que se utiliza la fuerza. Ante teoría tan original, cabe que nos preguntemos cómo catalogaría el señor presidente al golpe de Estado parlamentario contra los 58 legisladores, que ha permitido la presencia ya demasiado larga y controversial de la revolución ciudadana, iniciada ilegítimamente y que ha convertido en caudillo propietario de todos los poderes al actual gobernante.

La principal consecuencia es que resultan buenos y ejemplares hasta los hechos más censurables si son cometidos por los que ocupan el poder con determinada tendencia, y merecen la más dura censura, incluso con amenaza de romper relaciones con uno de los países más importantes de América Latina, cuando la destitución, luego de la prueba y el debate, se produce con uno de los encartados en una de las operaciones más malignas que han ocurrido en los países indohispanos.

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