De nuevo: el glifosato

Cabe partir del reconocimiento de que la toxicidad del glifosato (el herbicida de más venta en el mundo) para los seres humanos y otras especies, tal vez precisamente en razón de sus magníficos resultados económicos, es un asunto polémico. Sin duda, el juego de los intereses en muchos casos escamotea la verdad. En esas circunstancias cabe recurrir al sabio aforismo: en la duda abstente.

En efecto, mientras por parte de unas investigaciones el glifosato resulta totalmente inocuo, en otras se lo incrimina como potencial cancerígeno y alguna de las empresas productoras tienen juicios por parte de usuarios que están afectados con linfomas.

Con los antecedentes expuestos debe ser preocupación del Ecuador, para tomar medidas que nos protejan de sus efectos negativos, la decisión de Colombia de volver a utilizar glifosato en el combate a las plantaciones de coca, que se han incrementado en ese país.

Dependiendo de la forma de utilización del agente químico, la contaminación vía fluvial también llega a nuestros ríos, afectando a los peces que en ellos habitan y a quienes beben sus aguas. Ya que erradicar los cultivos ilícitos es una tarea de interés común y compartida, ella debe realizarse sin causar perjuicios a las personas y al medio ambiente.