Escena. Un indigente duerme dentro de este vehículo abandonado que se ubica frente al parque.

Nueva Kennedy, con problemas de ornato

Carros abandonados, aceras dañadas y los cables aéreos que parecen tallarines afean el sector. También hay inseguridad.

Desde la ventana de una vieja Ford, cuyo color se ha ido desgastando por el paso del tiempo, asoma un pie, sucio, flaco, casi inerte. Adentro es posible ver a una persona que duerme. Es un hombre, de rostro delgado y desgastado. El carro ha estado allí unos 15 años, el hombre, unas semanas.

Ese y otro par de vehículos más en los alrededores del parque, conocido como el de la Sagrada Familia, en la otrora cooperativa de vivienda del mismo nombre y que hoy se conoce como Nueva Kennedy, es parte de la preocupación de los residentes, que ven en el sector inseguridad y un problema contra el ornato si se suman ese y otros males en el entorno como aceras desgastadas, cables aéreos enredados y bloqueo de veredas.

Don Carlos, quien pide que se reserve su apellido, dice habitar en el sitio desde hace unos 38 años, y además del problema de los vehículos abandonados que se convierten en baño público, cita la infraestructura de los callejones. Justo el Segundo, # 118, donde se ubica su vivienda, tiene el pavimento destruido; el paso para los peatones es irregular y las veredas están igual de desgastadas. “Aquí nunca han venido a hacer regeneración urbana y esto se sigue desgastando”, enfatiza.

Carmen Maldonado, residente del lugar desde hace cinco años, coincide en que la molestia con las veredas son los desniveles, tanto por el desgaste de la estructura en el suelo o porque en cada vivienda hacen rampas para garajes que no guardan la debida uniformidad.

“A eso se suman las casetitas que hay en varios puntos. Ocupan casi toda la vereda y es difícil pasar. Con un coche de bebé o silla de ruedas es más difícil. Hay que salir a la calzada y eso representa peligro”.

La mujer se refiere a una especie de garitas que se han instalado en calles como la Teodoro Maldonado, a la altura del 1° y 2 ° callejón. Esto, aseguran los residentes, se ha colocado para la guardianía privada del sector, como medida de seguridad en el sitio, pues es bastante peligroso, sobre todo en las noches.

“A mi hija le robaron el carro hace unos meses. No se puede. Utilizan el parque para fumar, parece droga porque aspiran. Además, como este sitio es poco visitado, permanece sucio, descuidado y sobre todo se meten los delincuentes”, dice don Carlos.

Teófilo Parrales, quien labora como guardia de un condominio frente al parque, corrobora esa versión. Dice que “antes se escondían para consumir, ahora lo hacen a vista de todos. No tienen vergüenza, pasan aspirando o fumando esa hierba, ese olor es fácil de reconocer”.

El guardia asegura que pese a que existe una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) cercana no se realizan las rondas necesarias para alejar a la delincuencia y cuando le ha tocado reportar algo sospechoso como vehículos rondando la zona o personas desconocidas al 911 le han solicitado tantas descripciones, aunque no llega ningún uniformado.

Para Álvaro Luque, otro de los problemas contra el ornato de esta ciudadela del norte son los cables aéreos, verdaderos tallarines que se confunden entre sí y afean el sector.

Las calles se estrechan

El parqueo de vehículos a ambos lados de las vías es otra situación que genera malestar. Los residentes aseguran que la mayoría son de clientes que llegan a los negocios allí instalados, como oficinas, consultorios, entre otros.