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Una noche en vilo

El susto que Ayrton Preciado sufrió en el séptimo piso del hotel donde estaba concentrado, no se compara con la angustia del tiempo que pasó sin poder comunicarse con su familia en el sector del estadio Folke Anderson de Esmeraldas, uno de los sectores

Evaluación. Ayrton Preciado (izq.), Byron Castillo y Joao Rojas (dcha.) dialogan con Ricardo Morales, coordinador de Aucas. Los orientales, que ayer no pudieron jugar el partido ante Emelec, pasaron el susto de sus vidas.

El susto que Ayrton Preciado sufrió en el séptimo piso del hotel donde estaba concentrado, no se compara con la angustia del tiempo que pasó sin poder comunicarse con su familia en el sector del estadio Folke Anderson de Esmeraldas, uno de los sectores más afectados luego del terremoto que sacudió al país la noche del sábado.

El centrocampista, junto a otros 28 integrantes de Sociedad Deportiva Aucas, esperaba en Guayaquil el partido ante Emelec, que debía jugarse ayer en el estadio Modelo Alberto Spencer Herrera y que fue suspendido por el estado de excepción declarado por el Gobierno.

“Fue una noche de terror. No sabíamos qué hacer, pero lo más desesperante fue el no poder comunicarme con mi familia porque las líneas telefónicas y las redes sociales estaban saturadas. Mis padres viven cerca del sector donde se cayó una torre (del estadio)... estaban muy asustados. Cuando se restablecieron las comunicaciones, me dijeron que mis abuelos y mis amigos se trasladaron a las lomas (sectores altos) en busca de seguridad”, le explicó Preciado a EXPRESO.

El delantero Joao Rojas vivió una experiencia similar.

“No podía comunicarme con mi madre y mi hermana, así que decidí llamar a un vecino. Él me dijo que la puerta del edificio estaba cerrada, le pedí que la rompa, que yo me hacía cargo del pago de los daños... lo hizo y las encontró tranquilas. Lo material es lo de menos, solo me importa que ellas están bien”, indicó.

“Horacio (Salaberry) -continuó Rojas- fue quien nos ayudó a mantener la calma y nos guio en busca de la ruta adecuada para evacuar. Fue la peor experiencia de mi vida... las tuberías se partían, el polvo se levantaba, los cuadros se cayeron, fue un desastre total”.

Ricardo Morales, coordinador del club, fue el encargado -junto al cuerpo técnico- de tomar la decisión que finalmente tranquilizó al plantel: cambiar el lugar de concentración.

“El susto fue grande, pero afortunadamente todo se dio sin mayores novedades. El grupo está a salvo y hoy (ayer) el equipo regresará a Quito en tres vuelos diferentes”, reveló.