Labor. El hombre elabora muebles para bares, restaurantes y hoteles. También artículos de decoración.

El muyuyo se hace arte en manos de Crespin

El muyuyo es un arbusto silvestre que crece en los bosques secos de la costa. Hasta hace 50 años su madera se utilizaba para hacer corrales para el ganado y su fruto, una pepa con sustancia pegajosa, servía como brillantina para peinar a los niños. Su

El muyuyo es un arbusto silvestre que crece en los bosques secos de la costa. Hasta hace 50 años su madera se utilizaba para hacer corrales para el ganado y su fruto, una pepa con sustancia pegajosa, servía como brillantina para peinar a los niños. Su flor se usaba para los remedios caseros, especialmente para sanar la tos.

Pero la novelería de un turista le prendió la chispa a Bonifacio Crespín de 74 años. Recuerda que hace unos 30 años ese señor le llevó una silla para que se la haga de muyuyo, y aunque no tenía experiencia se atrevió a hacer el trabajo.

El turista quedó agradecido y le pagó 60 sucres. “Todo un platal”, dice el artesano, que en ese tiempo se dedicaba a la albañilería, ganando tres veces menos a la semana.

Crespín recuerda que su primer gran contrato fue de 700 sucres haciendo los muebles para el abogado Bolívar Palacios y luego para un cónsul de Panamá. Ahí nació el ‘rey del muyuyo’ como se lo conoce.

“Fui el que promocionó el arte del muyuyo, pero el real creador de estas artesanías en muebles fue don José Fermín Lázaro que debe tener unos 90 años, con él perfeccioné el oficio”, recuerda con gratitud Crespín, quien al tiempo de esta entrevista con EXPRESO, retocaba una mesa de las diez que debía entregar a un restaurante.

En el taller de su domicilio en el recinto Arenales en la vía a Posorja, el muyuyo toma forma de muebles de sala, comedor, cocina y dormitorio, perezosas, bicicletas, puertas, lámparas, floreros, árboles y nacimientos navideños. Mesones, letreros y figuras decorativas son también parte del variado stock que ofrece. Todos estos artículos pasan a ser parte del mobiliario y decoración de casas, hoteles, bares, negocios y hasta áreas verdes y balcones.

“Aquí todo es ingenio. Hay ramas que tienen formas caprichosas que se las puede tomar como bases de perezosas, brazos para sostener lámparas, pie para mesas y figuras entre otras”, detalla el artesano.

Hacer una obra le toma entre ocho y quince días, dependiendo de la complejidad. Clavos, laca, diésel y bejuco de montaña son los materiales que se utilizan para trabajar, pero sobre todo ingenio, resalta Álex Crespín, uno de los hijos de Bonifacio, quien se dedica junto con otros dos hermanos (en total son 12) a la misma labor que su padre.

Crespín, quien también es dirigente turístico-artesanal, comenta que pese a que ha sido invitado por la empresa privada para exhibir su arte en ferias locales, se siente invisibilizado. “Las entidades públicas deberían apoyar al artesano local realizando ferias y dando las facilidades para viajar a otros lugares y hacer conocer las artesanías de Playas, como la de aquellos compañeros que hacen artesanías con materiales del mar, como concha, piedras, carapachos”, opina.