Musica y derroche

La práctica de algunos municipios del país de organizar onerosos espectáculos musicales para celebrar las fiestas de aniversario de sus ciudades se ha ido generalizando, convirtiéndose en una constante en los últimos tiempos, en los que debería primar la austeridad y la correcta redistribución de los recursos.

Aunque el fin no sea ilegítimo y eventualmente esté orientado a promover el turismo y, por ende, a la reactivación de la economía en las localidades, es obvio que muchos de los cantones tienen necesidades básicas que no han sido satisfechas en muchos años, por lo que el pago de ingentes cantidades de dinero para la contratación de connotados artistas internacionales parecería un derroche innecesario.

Los precios varían según el artista, pero los cabildos destinan para este fin presupuestos que van desde los 40 mil hasta más de medio millón de dólares, cantidades con las que se harían muchas obras complementarias en beneficio de la comunidad.

Más aún si se toma en cuenta el índice de acceso a los servicios básicos, conectividad, educación, salud, vivienda, recreación, entre otros, que siguen siendo insuficientes en algunos sectores del país. Por ejemplo, existen localidades completamente incomunicadas, en las que trasladarse de un lugar a otro resulta un reto monumental por la falta de transporte y de vías de buena calidad, problema que podría ser resuelto con los recursos que se usan para ese tipo de conciertos.

La justificación sería que esos rubros están destinados precisamente para eso y que, en algunos casos, cuentan con el respaldo de la empresa privada o que se trata de una inversión que se recuperará con la venta de entradas, en cuyo caso sí se privilegiaría el beneficio turístico para todos los habitantes.

Sin embargo, vale la pena preguntarse qué pasaría si ese mismo esfuerzo mancomunado se realizara para emprender obras que beneficien a todos. Solo basta con conocer la realidad de ciudades manabitas y esmeraldeñas, donde aún se sienten los rezagos del terremoto de 2016.

Como van las cosas, la economía del país no será de las mejores el próximo año, por lo que es necesario priorizar los gastos, no vaya a ser que regresemos a la época romana en la que los problemas sociales se disimulaban con pan y circo para el pueblo.