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El gobernador de Texas, Greg Abbott, dice que ninguna empresa puede pedir a su gente que se vacune. JIM LO SCALZO / EFEEFE

Texas desafía a Biden y contradice su orden de vacunar a empleados de EEUU

La norma que aún no está en vigencia puede afectar a unos 80 millones de trabajadores La OMS estudia la eficacia de una pastilla contra la COVID-19

El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, firmó una orden ejecutiva que establece que ninguna empresa de su estado puede pedir a sus empleados que se vacunen contra la COVID-19, lo que supone un desafío al presidente estadounidense, Joe Biden.

Biden hace un mes anunció que su Gobierno planea obligar a la mayoría de los trabajadores de empresas privadas a vacunarse o presentar semanalmente resultados negativos de test de COVID-19.

Aunque la medida aún está en desarrollo y no ha entrado en vigor, su anuncio desató la ira de líderes conservadores como Abbott.

En respuesta, Abbott firmó una orden ejecutiva que prohíbe que “cualquier entidad” de Texas, incluidas empresas privadas, obligue a sus empleados a vacunarse. Además, pidió al parlamento estatal, dominado por los republicanos, que apruebe una ley con ese mismo propósito.

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Abbott ya había firmado hace semanas otra orden ejecutiva que prohíbe a las escuelas y autoridades locales pedir pruebas de vacunación a profesores, alumnos o funcionarios, algo que ya fue desafiado en los tribunales por el distrito escolar de la ciudad de San Antonio.

El gobernador republicano se vacunó contra la COVID-19 frente a las cámaras de televisión y ha pedido a los texanos que se vacunen; pero, en los últimos meses, ha luchado sin cuartel contra las normas de distritos escolares o ciudades que establecen el uso de mascarillas o requieren pruebas de vacunación. La normativa que anunció Biden en septiembre está siendo redactada por el Departamento de Trabajo y aún no se sabe cuándo será presentada oficialmente.

Se espera que la norma afecte a unos 80 millones de trabajadores, más de dos tercios de la fuerza laboral del país.

En todo Estados Unidos, el 56,4% de la población está vacunada por completo, según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés).

La media de vacunación es menor en Texas, donde el 51,8% de los habitantes están completamente inmunizados.

Mientras tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló ayer que está estudiando los datos de eficacia del molnupiravir, un tratamiento oral en pastillas contra la COVID-19 desarrollado por la farmacéutica alemana Merck, aunque anticipó que “podría ser una nueva arma en la lucha contra la pandemia”.

“Es un progreso interesante, aunque aún tenemos que ver los datos completos”, señaló el portavoz de la OMS, Christian Lindmeier, tras conocerse que Merck ha solicitado a los reguladores estadounidenses que se apruebe su uso de emergencia.

Estas pastillas podrían ser el primer tratamiento oral contra la COVID-19 (más sencillo de usar por tanto que otros intravenosos) y uno de los primeros pensados para casos leves de la enfermedad, los que no requieren en principio hospitalización.

Lindmeier subrayó que las vacunas y fármacos contra la COVID-19 no son la única arma actual contra el coronavirus y recordó que también lo son el uso de mascarilla y el distanciamiento físico, especialmente para personas que todavía no tienen acceso a los productos farmacéuticos.

Tras la solicitud de aprobación a la Administración de Fármacos y Alimentos de Estados Unidos (FDA), Merck señaló que presentará peticiones similares en otros países en los próximos meses.

A principios de este mes la farmacéutica anunció que sus análisis provisionales mostraban que el molnupiravir reducía en alrededor del 50 % el riesgo de hospitalización o muerte entre pacientes.

Médicos Sin Fronteras (MSF) ha señalado que el nuevo fármaco puede ser un gran avance especialmente en países en desarrollo donde la vacunación aún es baja, pero pidió para ello que Merck y otras firmas se aseguren de que este tipo de tratamiento esté disponible a un precio asequible en todo el mundo.