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Una psicóloga de Ecuador opera en la franja
El equipo de MSF conversa con un padre y su hijo (tiene una pierna lastimada), en el establecimiento de MSF en Al Mawasi, Franja de Gaza.Cortesía: Gisela Silva y Mariam Abu Dagga

Una psicóloga de Ecuador opera en medio del conflicto de la Franja de Gaza

La profesional lidera un equipo de especialistas que atiende la salud mental de quienes habitan en esta zona de conflicto

Las operaciones terrestres de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) estarían programadas para intensificarse en el sur de la Franja de Gaza. A pesar de la falta de respaldo internacional, se anunció esta semana que la incursión ocurriría “muy pronto”. Además, se ha informado sobre la movilización de dos brigadas de reservistas, entre 3.000 y 7.000 efectivos, con el objetivo de reforzar estas acciones potenciales. Según reportes de medios de comunicación locales, las FDI han presentado un plan que, en las próximas cuatro o cinco semanas, contempla la evacuación de las zonas donde organizaciones humanitarias internacionales han instalado tiendas de campaña, antes de iniciar los combates contra Hamas.

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En este escenario de creciente tensión y posible escalada de conflictos, una ecuatoriana desempeña un papel fundamental en la mitigación del impacto psicológico de esta realidad. Se trata de la psicóloga quiteña Gisela Silva González, quien es responsable del Servicio de Salud Mental en la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF), en el sur de la Franja de Gaza.

La profesional lidera un equipo de catorce especialistas, conformado por un psiquiatra, psicólogos y consejeros de salud mental. Juntos, desarrollan iniciativas dirigidas a brindar apoyo a las personas afectadas por el conflicto.

No son voluntariosMédicos sin fronteras no se refiere a sus trabajadores internacionales como voluntarios, porque trabaja con profesionales cualificados, a quienes retribuye por sus labores, no aceptando otras modalidades de colaboración. “Todos los profesionales de MSF disponen de contrato laboral, por el periodo en el que estén en el proyecto. Esto responde a que nuestros profesionales son un activo fundamental de la organización, ya que de ellos depende la calidad de nuestros proyectos y la atención que reciben nuestros pacientes”.

Estas intervenciones abarcan desde sesiones de psicoeducación sobre diversos temas de salud mental, en las salas de espera de las clínicas, hasta sesiones grupales de parentalidad positiva, resolución de conflictos y manejo del estrés. Además, organizan actividades de juego con madres e hijos que participan en el programa de malnutrición, así como sesiones recreativas para niños y niñas. También se llevan a cabo grupos de discusión para mujeres. Finalmente, se ofrecen sesiones terapéuticas individuales y, si es necesario, se hace referencia al psiquiatra del equipo.

La psicóloga capitalina detalla que en su trabajo todos deben ser puntuales, porque los movimientos que realizan deben ser “coordinados de manera internacional para garantizar la seguridad”. “No es como retrasarse a un horario de trabajo normal, es coordinar la seguridad de todos. Entonces, todas las actividades son así (...), hasta la hora de comer. Aquí vivimos con más personas, así que debemos ser flexibles en los horarios para que haya un buen ambiente. Debe existir mucha flexibilidad de abandonar algunas actividades, de reajustar otras, pero lo más importante siempre es nuestra seguridad y hay que facilitar este trabajo para el equipo de logística”, sostiene.

Una psicóloga de Ecuador opera en la franja
En la imagen podemos ver a la Gisela Silva en una formación al equipo médico de la clínica de Al Mawasi, en el sur de Gaza.Cortesía: Gisela Silva y Mariam Abu Dagga

Gisela Silva comenta que, desde que empezó a ejercer como psicóloga, siempre ha trabajado en zonas de alto riesgo, tanto dentro como fuera del Ecuador. Sin embargo, aclara que ahora -en MSF- sus habilidades profesionales y humanitarias han sido potenciadas: “puedo aprender, pero al mismo tiempo puedo implementar cosas que, en contextos comunes, no pudiera. Eso para mi es lo más enriquecedor”.

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Para la ecuatoriana, la mayor dificultad del entorno en el que trabaja es la incertidumbre: “la angustia de no saber qué pasará ni cuándo sucederá. No es como un contexto habitual donde las personas han pasado por un evento difícil y ahora tienen que empezar de cero, aquí no pueden porque no saben qué puede pasar. Es vivir en esa angustia constante de la inestabilidad y lo incierto, de no poder reconstruir redes, ni tener tiempo de hacer sus duelos, porque hay que vivir con lo que cada día trae”.

En su día a día, Silva debe atender a personas que incluso han sido desplazadas de sus hogares, que no cuentan con espacios seguros a donde llegar al final del día, porque todo lo que conocían ya no existe. Ella sostiene que en estos casos ni siquiera se puede habla de estrés postraumático, porque la violencia continúa. “De la depresión ni hablar, porque no hay tiempo para procesar lo que han vivido. Todo sigue muy fresco y siguen viviendo en esta realidad de guerra. Entonces lo que más vemos es la ansiedad y la angustia”, señala.

El volátil contexto de guerra en la Franja de Gaza puede cambiar la situación de manera abrupta, pasando de una aparente tranquilidad a momentos de pánico en cuestión de segundos. Ante esa realidad, Gisela Silva y su equipo deben estar preparados para tomar medidas rápidas que garanticen su seguridad. En casos de emergencia, explica que siguen un protocolo llamado ‘hibernación’, que implica trasladarse a un lugar seguro y alejado del peligro, donde cuentan con alimentos para resistir hasta que la calma regrese.

CÓMO AFRONTAR HECHOS DE UN MUNDO EN GUERRA

Para afrontar las dolorosas historias y calamidades que debe presenciar a diario, Gisela Silva confiesa que a veces intenta poner una barrera emocional a lo que ve. Está segura de que el día que regrese a Ecuador, podrá procesar todo lo que ha vivido en esta conflictiva zona del Medio Oriente. “Médicos Sin Fronteras tiene una unidad de soporte psicosocial que podemos usar en cualquier momento, pero actualmente con el compartir del equipo y hablar con mi familia ha sido suficiente”. Para la psicóloga ecuatoriana, contar con un equipo que le demuestre apoyo, sabiendo que son parte del mismo contexto, trabajo y vivienda, es fundamental. “Es esencial poder reírnos, escucharnos, mantener la humanidad entre nosotros. Por ahora, creo que tanto el equipo de expatriados como nacionales ha sido increíble, muy empático y humano. Si existe algún problema en las actividades, lo hablamos y buscamos la solución”.

UNA QUITEÑA CON EL CORAZÓN EN MINDO

Gisela Silva González tiene 33 años y es oriunda de Quinto, aunque sostiene que su corazón es de Mindo. Se graduó como psicóloga clínica en la Universidad Internacional SEK, en 2014, y después trabajó por dos años en temas de restitución de derechos humanos, proyectos antitrata y mendicidad. Entre 2016 y 2020, estudió Salud Pública en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, donde además pudo trabajar y aprender francés.

En 2020 empezó a trabajar en Médicos Sin Fronteras como responsable de Salud Mental en un protecto contra la violencia sexual en la Repùblica Centroafricana. En 2021 viajó a la República Democrática del Congo por tres proyectos de salud mental sobre desplazamiento interno y conflicto armado.

El 2022 estuvo en Sudán del Sur por un proyecto de malnutrición y VIH/TB. Ese mismo año tuvo a su hijo, por lo que hizo una pausa en Médicos Sin Fronteras y en este 2024 se convirtió en la primera responsable de Salud Mental de Gaza en remoto. Finalmente, a finales de marzo viajó para trabajar en esta emergencia, en el sur de la Franja de Gaza.

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