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El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski (d) mantiene una reunión con periodistas ucranianos y británicos.Red Social Telegram 

Qué pasa con el proyecto Europeo

La Unión Europea (UE) tiene una encrucijada histórica, enfrentando desafíos del presidente  Donald Trump

Zelensky y Trump se pelean ante las cámaras en la Casa Blanca de manera insólita. Europa, impávida, recibe reclamos por no asumir su defensa y queda con la carga del conflicto bélico en Ucrania y la amenaza sobre sus estados miembros, principalmente Polonia y Estonia. ¿Qué hará la UE luego de este terremoto geopolítico? ¿Qué le espera y qué debe hacer para seguir con el proyecto de Adenauer, Helmut Kohl y Alcide De Gasperi?

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En el año 2025, la Unión Europea (UE) se encuentra en una encrucijada histórica, enfrentando desafíos que ponen a prueba su cohesión y capacidad de respuesta. La reciente decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de suspender la ayuda militar a Ucrania ha sacudido los cimientos de la política de seguridad europea. Esa Europa “buena” y “cool”, cuyas decisiones polémicas eran asumidas por Estados Unidos, se ha acabado, obligando al bloque a replantear su autonomía estratégica.

Como primer paso, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha enfatizado la urgencia de reforzar las capacidades defensivas de la UE, destacando la necesidad de una inversión sustancial en el sector. En respuesta, la Comisión ha propuesto un ambicioso plan de rearme de 800.000 millones de euros, con el objetivo de garantizar la seguridad del continente sin depender exclusivamente del apoyo transatlántico.

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Sin embargo, la unidad interna de la UE se ve amenazada por la postura de algunos Estados miembros. Hungría, bajo el liderazgo de Viktor Orbán, ha mostrado reticencias en alinearse con las políticas comunes de defensa y sanciones contra Rusia, abogando por una posición más conciliadora. Italia, por su parte, ha sido escenario de movimientos ciudadanos que, preocupados por la influencia de Trump y Putin, han salido a las calles en defensa del proyecto europeo, resaltando la importancia de la UE como garante de libertades y bienestar.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump,
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, habla antes de firmar una orden ejecutiva en la Oficina Oval de la Casa Blanca en WashingtonAL DRAGO / POOL /efe

La ampliación de la UE también está en el centro del debate. Las negociaciones de adhesión con Ucrania y Moldavia avanzan, pero plantean interrogantes sobre la capacidad del bloque para integrar nuevos miembros sin antes acometer reformas institucionales profundas. En el caso de Moldavia, su principal polémica es Transnistria, un estado de facto dentro de sus fronteras, habitado por una población mayoritariamente rusa y con fuerte influencia del Kremlin. La incertidumbre sobre el futuro de esta región complica la integración moldava a la UE y genera tensiones diplomáticas adicionales dentro del bloque.

La perspectiva de un segundo mandato de Trump añade una capa adicional de incertidumbre. Su política exterior impredecible y su distanciamiento de los aliados tradicionales europeos obligan a la UE a prepararse para escenarios en los que deba asumir un rol más protagónico en la defensa y seguridad globales. La posibilidad de una guerra comercial, con la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, también amenaza la estabilidad económica del continente.

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A esto se suma la creciente competencia con China y su influencia en sectores estratégicos de Europa. Inversiones chinas en infraestructura, energía y tecnología han generado preocupación en Bruselas, que busca reducir su dependencia de Pekín sin cerrar la puerta a la inversión extranjera. La necesidad de reforzar la soberanía tecnológica y comercial es otro de los desafíos que definirán el futuro del bloque.

En este contexto, la UE debe afrontar varios retos: reforzar su autonomía estratégica en defensa, garantizar la cohesión interna frente a las divergencias políticas(no ver el ser parte de la UE solo como un cajero automático de ayudas), gestionar eficazmente el proceso de ampliación y adaptarse a un entorno geopolítico en constante cambio. Si algo ha paralizado el proyecto europeo es su ingente burocracia y una ‘tramitología’ eterna en todo lo estratégico. La capacidad del bloque para superar estos desafíos determinará su relevancia en el escenario internacional y su habilidad para proteger los valores y el bienestar de sus ciudadanos. Esa identidad europea que tanto se soñó puede construirse.

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El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky (i), se reúne con el presidente de Francia, Emmanuel Macron (d), al margen del Consejo Europeo Especial para debatir el apoyo continuo a UcraniaLUDOVIC MARIN / POOL /efe

La historia ha demostrado que, en momentos de crisis, la Unión Europea tiene la capacidad de reinventarse y salir fortalecida. Recordemos que la UE nació pocos años después del infierno de la Segunda Guerra Mundial, pero ahora debe asumir su rol de futura potencia y no dejar en manos de otros las decisiones, sean buenas, malas o polémicas. Este es el momento de demostrar, una vez más, que la unidad es posible, evitando la burocracia innecesaria y el desperdicio de tiempo en asumir compromisos de Estado, para lograr esa Europa unida que nació de las cenizas y que no espera volver a ellas.

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