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pueblos indígenas en la COP30
La ministra de Medio Ambiente de Brasil, Marina Silva (izquierda), y la ministra de los Pueblos Indígenas, Sonia Guajajara, participaron en la Marcha Global por el Clima.EFE

La COP30 entra en su recta final con pocos avances y presiones de pueblos indígenas

Una de las grandes ausencias ha sido la del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien niega el cambio climático

La trigésima Conferencia de Cambio Climático de la ONU, COP30, entra este lunes 17 de noviembre en su semana decisiva, después de seis días de negociaciones y bajo una fuerte presión de los indígenas de la Amazonia y de la sociedad civil.

A partir del lunes, los ministros asumen el mando de las negociaciones que, a nivel técnico, han avanzado poco en los temas más controvertidos.

Han quedado fuera de la agenda temas centrales como la financiación de los países ricos a los en desarrollo y nuevas metas de reducción de emisiones.

El presidente de la COP30, André Corrêa do Lago, evitó asumir responsabilidades y dijo que se incluirían en la agenda únicamente por el deseo de los Estados. “Las decisiones se toman de abajo arriba”, dijo.

Para darle un impulso a las negociaciones, Brasil ha designado a varios ministros extranjeros como facilitadores en los principales temas de discusión, entre ellos finanzas, mitigación, transición justa y el llamado ‘balance mundial’, que mide los progresos en el cumplimiento del Acuerdo de París.

Los principales avances en la primera semana de la COP llegaron del sector privado, con compromisos de financiación del orden de “billones” de dólares, según la ONU.

No obstante, una de las principales reivindicaciones de los países en desarrollo es precisamente que la mayor parte de las contribuciones financieras que fijaron los países ricos en la COP29 de Bakú, 300.000 millones de dólares anuales, provengan de fondos públicos.

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Protestas para que los líderes escuchen

Los pueblos indígenas brasileños se han convertido en los principales agitadores de la cumbre, la primera celebrada en su casa, la selva amazónica.

Mientras miles de activistas climáticos e indígenas protestaban el sábado por las calles, el centro de convenciones estuvo protegido por el Ejército.

Para aplacar los ánimos, el Gobierno brasileño se vio obligado a escuchar sus demandas: el fin de las prospecciones petroleras en la Amazonia y negar los grandes proyectos de infraestructura en la selva.

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