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Mundo, Chile, Elecciones generales 2025, José Antonio Kast
El presidente electo de Chile, José Antonio Kast (i), saluda junto a su esposa, María Pía Adriasola, a su salida del Palacio de la Moneda este lunes, en Santiago (Chile).EFE

José Antonio Kast tenía razón

ANÁLISIS. En su discurso tras el triunfo electoral, el presidente electo se mostró como estadista, como hombre de consensos

José Antonio Kast acaba de obtener un triunfo histórico en las elecciones presidenciales del domingo 14 de diciembre de 2025 en Chile. Histórico, porque es el primer presidente más votado en la historia del país desde el retorno a la democracia en 1980.

Histórico, porque cierra el proyecto “refundacional” que se inició con la destrucción mesiánica desatada en octubre de 2019 y que acaba de concluir con la derrota de la candidata de izquierda, Jeannette Jara y el fracaso del gobierno del presidente Gabriel Boric que no pudo cumplir sus expectativas ni responder a los pedidos de la ciudadanía.

Es un ciclo de seis años de falsas ilusiones que se cierra. E histórico, fi nalmente, porque libera a casi toda América del Sur de la mancha de los socialismos del siglo XXI.

Kast asumió el reclamo ciudadano por la falta de seguridad, violencia, migración irregular y estancamiento económico. Con sentido político declaró estos temas de emergencia nacional y subordinó a todos los demás a esta prioridad.

Una responsabilidad histórica

En vez de asistir a eventos y foros prefi rió recorrer el país y hablar directamente con la gente. Dio muestras con ello de que la derecha era capaz de sintonizar con las preocupaciones de la gente. Con ello, ganó la credibilidad de los votantes que votaron por él en todas las regiones del país.

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Kast logró reunir, el mismo día en que se anunciaron los resultados de la primera vuelta, a todos los movimientos cercanos ideológicamente a su propuesta que, en vez de seguir divididos, se unieron a él.

Este pulso político le va a ser indispensable a partir de ahora y en los primeros noventa días de mandato para lograr acuerdos con los diferentes sectores que permitan concretar su propuesta. Los partidos de izquierda tienen la responsabilidad histórica de realizar su autocrítica para entender que los ciudadanos no respaldan más ofertas utópicas ni sus radicalismos, sino que piden soluciones a sus problemas.

En su discurso después del triunfo electoral, el presidente electo se mostró como estadista, como hombre de consensos. Y capaz de llevar adelante lo prometido.

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