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El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, en una fotografía de archivo. EFE/Rodrigo SuraRodrigo Sura

El club de los populares de Latam: Bukele y López Obrador

El Ecuador vive una de sus peores crisis de desigualdad, y eso hace que el presidente salvadoreño sea un referente para ciudadanos y candidatos

¿Qué hacen Nayib Bukele, presidente de El Salvador, y Andrés Manuel López Obrador, (AMLO), presidente de México, para ser los mandatarios más populares de América Latina? Estos dos presidentes, polémicos por naturaleza, han logrado cautivar a los ciudadanos no solo de sus países, sino de toda la región.

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Sin duda, el nombre de Nayib Bukele resuena cada vez que se habla de seguridad. Junto con la desigualdad, la inseguridad es el gran tema de la región en las últimas décadas. El Ecuador está viviendo ahora una de sus peores crisis de desigualdad, y eso hace que el presidente salvadoreño se haya convertido en un referente para ciudadanos y candidatos. Por otra parte, la popularidad de AMLO está justificada por el tono paternalista de su mensaje.

La famosa encuestadora CID Gallup realiza anualmente una encuesta para 13 países latinoamericanos. En ella, se mide, entre otras cosas, el nivel de aprobación de la labor presidencial de sus mandatarios. Los resultados de la encuesta presentada en junio 2023 reflejan que los presidentes más populares de la región son Nayib Bukele (90 %) y AMLO (75 %). En las posiciones diametralmente opuestas se encuentran como los mandatarios menos populares Nicolás Maduro (19 %) y Guillermo Lasso (15 %). Al momento, hay suficientes hechos que podrían corroborar el porqué de estas dos últimas calificaciones.

Con respecto a la encuesta de hace dos años, los dos mandatarios han mejorado sus porcentajes de popularidad. Entonces tenían 84 % y 72 %, respectivamente. Ambos líderes han realizado actividades de manera sostenida, proyectando su mensaje y su acción de gobierno en sintonía con las necesidades de los ciudadanos. En un siglo de tanta inmediatez, ellos son sin duda la excepción en prácticamente el mundo entero, donde el desgaste de los gobiernos es enorme.

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Ejecutivo.- El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.EFE
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Resulta sorprendente que los dos dirigentes en cuestión representen lados diametralmente opuestos en el espectro ideológico. Esto nos indica que la identidad ideológica de la región no es un elemento determinante para el éxito político. A simple vista, los resultados de esta encuesta podrían significar que los latinoamericanos no escogen a sus mandatarios por una ideología específica, sino más bien por el nivel de simpatía y promesas que estos ofrecen al electorado.

En el caso de Nayib Bukele, el factor diferenciador y con el cual este logró acaparar la atención de los votantes en El Salvador, fue la lucha contra la corrupción y su irrestricto compromiso a terminar con la inestabilidad que provocaban las pandillas que habían sometido a ciudades enteras en el país. Esto le supuso al pueblo salvadoreño una esperanza tras décadas de gobiernos que, lejos de controlar las maras, terminaron cediéndoles el poder.

De acuerdo con la última data presentada por el Gobierno de El Salvador el pasado 27 de julio, este año siguen sin registrarse homicidios en el país.

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Por otra parte, AMLO instauró las conferencias matutinas, en las que todos los días a las siete de la mañana, ya sea en el Palacio de Gobierno o en una ciudad donde esté cumpliendo agenda, comparte con los mexicanos las actividades y planes sociales que tiene propuesto desarrollar. En esta simulación de rendición de cuentas permanente logra conectar con el público (los periodistas también), porque quien lo escucha, siente que le están hablando directamente. Esta práctica parece que ha sido adaptada por todos los gobernantes que promueven el socialismo del siglo XXI. Además, hay tres líneas constantes que marcan su agenda política: ayudar a los pobres y víctimas de la violencia, señalar la corrupción de los gobiernos anteriores y el despilfarro en lujos innecesarios de sus antecesores.

Al fin y al cabo, el ciudadano lo que busca es bienestar y tranquilidad; si un mandatorio lo puede convencer de que por él ha alcanzado ambas, es probable que, a pesar de los desaciertos, le sigan respaldando. En Ciencias Políticas existe la teoría de la elección pública, que establece que votar es un acto de irracionalidad a corto plazo, porque los costos son mayores que los beneficios. En conclusión, en la mayoría de los casos son las emociones las que guían nuestras decisiones electorales y es eso lo han entendido perfectamente dos presidentes antagónicos pero con historias paralelas.