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Clima en California es sequía o es tormenta

La crisis climática ha roto los esquemas para el Centro de Predicción Climática, que antes basaban sus pronósticos en dos patrones: El Niño y La Niña

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Merced, una de las poblaciones californianas que a fines del año pasado e inicio de este 2023, enfrentó severas inundaciones tras varios días de lluvias intensas.EFE

California es conocida por todos debido a sus playas de ensueño y a su clima mediterráneo, pero la localización y topografía de este estado hacen que cíclicamente sufra extremos fenómenos atmosféricos difíciles de predecir a causa, sobre todo, de la crisis medioambiental.

El también conocido como Estado Dorado experimentó el pasado verano su mayor sequía en 1.200 años de historia, al encadenar tres temporadas sin apenas precipitaciones, con el 95 % de su territorio en riesgo severo y con limitaciones de suministro de agua tanto para consumo humano como para zonas de riego.

Apenas seis meses después, California (EE. UU.) ha sido testigo de unas lluvias torrenciales inauditas en el último lustro que han provocado 20 muertos por inundaciones y deslizamientos de tierra, así como la declaración del estado de emergencia por parte del Gobierno federal de EE. UU.

A los expertos no le sorprende esta cambiante meteorología en California debido a que su clima mediterráneo se caracteriza por marcadas estaciones en las que las lluvias se producen de noviembre a marzo para nutrir a la región -que cuenta con costas, altas montañas y hasta desiertos- durante todo el año.

1.200 años
de historia en cuanto a sequía fue la que se rompió con la ausencia de lluvias del pasado verano en California.
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“Por su ubicación, en el lado oriental del Pacífico, se expone a ser golpeada por fuertes tormentas acumuladas en el océano y, debido a su escarpada topografía, concentra grandes cantidades de nieve”, detalló Matthew Igel, profesor adjunto en el Departamento de Recursos Hídricos de la Universidad de California en Davis.

No obstante, especialistas como Jairo Díaz-Ramírez, director del Centro de Investigación y Extensión del Desierto en la Universidad de California, explicaron que el “problema” radica en que el cambio climático hace “impredecible” saber si la temporada seca o la de lluvias será más o menos intensa.

“La enorme emisión de gases de efecto invernadero ha hecho que suban las temperaturas medias del océano, así como de la superficie terrestre, y su monitorización cada vez es menos fiable para conocer si se avecinan fenómenos como las tormentas”, concretó Díaz-Ramírez.

La crisis climática ha roto los esquemas a los profesionales del Centro de Predicción Climática, una división del Servicio Meteorológico Nacional, quienes basaban sus pronósticos en dos patrones bautizados como El Niño y La Niña.

Un aumento de la temperatura de la superficie del mar en el Pacífico tropical (lo que se conoce como El Niño) parecía sinónimo de inviernos húmedos en el sur de California, mientras un descenso de la misma (La Niña) anunciaba sequías.

Semanas atrás, el Centro de Predicción Nacional estimaba que había un 50 % de posibilidades de que las precipitaciones de este año fueran inferiores a la media californiana.

Sin embargo, el área de San Francisco registró su período de 22 días más lluvioso desde 1982; Los Ángeles se encuentra ya al 90 % de las precipitaciones que suele recibir en todo un año; y Sierra Nevada, la cordillera de California, cuenta con un manto de nieve que supera su media anual en un 240 %.

En este contexto, nadie se atreve a tratar de pronosticar si próximamente California sufrirá la embestida de nuevas tormentas porque, según coincidieron Igel y Díaz-Ramírez, ahora “solo se podría predecir varios días antes”.

El fenómeno que provocó las lluvias torrenciales en California se denomina río atmosférico y, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, son columnas de vapor de agua que se desplazan desde los trópicos hasta el oeste de EE. UU. adoptando la forma de fuertes precipitaciones o nevadas cuando tocan tierra.

Una situación que se ve agravada por la posición geográfica de California, afectada por la conocida como corriente en chorro ( ‘jet stream’, en inglés) que hace que atraiga tormentas.

“El ‘jet stream’ no es más que una estrecha corriente de fuertes vientos que ayudan a guiar las tormentas y hace que se desplacen hacia el norte y el sur de forma significativa durante los meses de invierno en California”, concretó el profesor Igel.

A pesar de las fuertes precipitaciones, el Estado Dorado no ha salido de la situación de riesgo por sequía. O, al menos, no del todo.

Las lluvias de las últimas semanas han permitido que quince de las reservas de agua de California, incluida la del lago Shasta -la más grande del estado-, aumenten su capacidad haciendo que la mayoría superen el 60 % de su nivel total.

California ya no cuenta con el 40 % de su territorio en riesgo de sequía extrema pero, según indica el Departamento de Agricultura federal, continúa con el 95 % de su superficie sufriendo una sequía moderada.

En el que es el estado más poblado del país (40 millones de habitantes), las políticas sobre el uso del agua dividen a la sociedad por las limitaciones impuestas y enfurecen a las grandes industrias de la que también está considerada como la quinta economía del mundo después del propio Estados Unidos, China, Japón y Alemania.

En 2014, el Estado de California aprobó la Ley de Gestión Sostenible de las Aguas Subterráneas para crear agencias locales que optimizaran la recogida y utilización posterior, pero 8 años después los pozos continúan secándose y gran parte del agua de lluvia no se consigue almacenar.

Tres semanas de fuertes lluvias

Las lluvias y nieve que dejaron las tormentas que por cerca de tres semanas azotaron a inicios de año a California eliminaron la sequía extrema en el estado, según muestra el Monitor de Sequía de Estados Unidos. Aunque las tormentas dejaron al menos 19 muertos y millones de dólares en pérdidas, las precipitaciones y la nieve ayudaron a California a lidiar con la sequía, que había obligado a las autoridades a solicitar a los residentes reducir el consumo de agua. 

El estado ha “reducido la intensidad” de la sequía, advirtió el Monitor, una colaboración de expertos de agencias del Gobierno federal y la Universidad de Nebraska para mostrar la ubicación y la intensidad de la sequía en todo el país. Según los datos recolectados al 17 de enero, California ya no presenta sequía extrema. 

En octubre de 2022 el estado presentaba un 40,91 % de sequía extrema, y para el pasado 5 de enero la proporción del estado que enfrentaba esa condición era de 27,1 %. La sequía “grave o severa”, que se había situado en el tercer nivel más alto registrado en California (94 %), también registró un descenso en el estado al pasar del 46 % al 42,8 %, según las cifras reveladas. Las lluvias ayudaron más al condado de Santa Bárbara, donde la mayor parte de la costa se ha actualizado a la categoría “normalmente seca”, la más baja en el Monitor. 

Por su parte el condado Del Norte, ubicado en la frontera con Oregón, no registra ningún nivel de sequía. No obstante, el Monitor advirtió que la sequía a largo plazo “continúa” en California, la Gran Cuenca y partes del noroeste del Pacífico. “Si bien la precipitación en gran parte del estado superó el 300 % de lo normal durante las dos semanas anteriores (de 2 a 12,5 pulgadas, según la ubicación), la sequía se ha estado gestando durante años”, destacó.

La preocupación se centra en que los embalses más grandes que suministran agua al estado “aún permanecen por debajo del promedio histórico para esta época del año”.

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