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Para todos los ciudadanos en Shanghái es obligatorio realizarse una prueba PCR por ahora.MARK R. CRISTINO

China, inflexible en su apuesta ‘cero COVID’

Para hacer frente al mayor brote, las autoridades aplican restricciones a la movilidad. Para el régimen, primero está la vida, luego lo económico

La metrópolis oriental china de Shanghái continúa su estricto confinamiento a merced de la política de ‘cero COVID’, pese al agotamiento de sus residentes; mientras la prensa oficial insiste en que se puede vencer a ómicron y las redes sociales silencian las voces más críticas con las restricciones.

El goteo de infecciones sigue en ascenso en la urbe, con 1.189 positivos y más de 20.000 contagios asintomáticos (Pekín no los computa como casos confirmados a menos que manifiesten síntomas) contabilizados, versus los 994 de ayer y los 1.006 del lunes.

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Para hacer frente al mayor brote registrado en China (con más de 20.000 casos activos y más de 200.000 asintomáticos repartidos en varias provincias) desde que comenzó la pandemia, las autoridades han tirado de su libreto habitual, que implica fuertes restricciones a la movilidad, fronteras cerradas al exterior y confinamientos de urbes enteras, como en el caso de Shanghái.

Las restricciones en esta metrópolis, la más rica de China y hogar de 26 millones de personas, comenzaron oficialmente el pasado 28 de marzo, aunque para entonces ya había edificios residenciales que llevaban semanas aislados del exterior.

Pese al agotamiento de los residentes, que han denunciado escasez de alimentos o directamente pavor ante la posibilidad de acabar en centros de aislamiento en los que la higiene brilla por su ausencia, las autoridades se mantienen inflexibles en su estrategia, y eso que la oleada se ha saldado hasta ahora con solo dos fallecidos.

China teme que abrir la mano suponga un abrupto aumento del número de muertes (preocupa que muchos mayores de 60 años no se hayan puesto la tercera dosis de la vacuna), lo que se ha traducido ahora en una ofensiva propagandística en favor del ‘cero COVID’.

“Ya hubo críticas desde Occidente cuando la variante delta del coronavirus comenzó a propagarse el año pasado. Son como un disco rayado. Ya hemos visto el gran fracaso de Estados Unidos y de Europa a la hora de contener la pandemia”, publicó el periódico estatal China Daily en un editorial.

En el caso de Shanghái, donde el virus ya se ha propagado entre la población, el rotativo defiende que “el confinamiento es necesario” y asegura que rendirse no es una opción: “Tenemos herramientas para evitar miles de muertes. Sería inmoral que alguien pida sacrificar vidas humanas a expensas del beneficio (económico)”.

Pero no solo de prensa oficial vive el régimen comunista, que también ha dispuesto que los trabajadores de prevención, enfundados en sus trajes EPI, patrullen la ciudad con megáfono en mano para mandar de vuelta a casa a quien se salte el confinamiento.

La administración central espera que sean las autoridades locales quienes pongan coto a la oleada, y mientras Shanghái sufre su peor semana de confinamiento hasta la fecha, el presidente chino, Xi Jinping, realiza una gira de inspección en la provincia de Hainan, donde ha aconsejado a los miembros del Partido Comunista que hagan todo lo posible para “garantizar que la vida de la gente mejore cada día”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) se encuentra en consultas con científicos de todo el mundo sobre la posibilidad de desarrollar una vacuna universal capaz de proteger contra las distinta variantes y subvariantes de la COVID-19. Uno de los grupos que más preocupan a la OMS es el de mayores de 65 años, que requieren de tres dosis para conseguir una inmunidad total.