El mundo, Ecuador y Habitat III

Esta semana, desde el 17 hasta hoy, Ecuador es la sede mundial de la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible. Es la primera vez que en un país latinoamericano se desarrolla un evento de esta magnitud; un acontecimiento histórico para todos quienes hacen los diversos modos de vida social.

Este evento planetario se da en un momento de transición. Las viejas maneras del hacer lo urbano, habitar y reconstruir formas de vida no alcanzan a ser superadas aún. Las nuevas, necesarias para otra humanidad urbana, que requiere de una sociabilidad ecológica, ambientalista y conservacionista, no se logran consolidar todavía.

Por esto es la oportunidad para que Ecuador y la sociedad mundial modifiquen las inadecuadas prácticas del habitar urbano. Para que se pregunten, estudien y analicen las razones, perspectivas y tendencias que tienen para la humanidad que las habita, y para la vivencia urbana globalizada e interconectada, pero también de alta contaminación planetaria, con futuro insostenible. Y para que juntos reflexionen y encuentren rutas sustentables de vida, dejando atrás los hábitos urbanos de irrespeto a la naturaleza.

En Ecuador, donde las ciudades concentran la mayor parte de habitantes (65 %), demandando más servicios e incrementando sus necesidades, se dan crecientes déficits de vivienda. Y la informalidad habitacional, los asentamientos irregulares, se constituyen en mecanismos “necesarios”, aunque inapropiados, para hacer vida urbana. Desde hace décadas las urbes desbordan el hábitat de los ecuatorianos. Esto implica también mayor contaminación, menos ambientalismo y por cierto, un inadecuado urbanocentrismo que ha roto sus nexos con el campo.

Este importante evento, sin duda, también servirá para que la ciudadanía planetaria y de nuestro país, junto a sus gobiernos nacionales y seccionales, evalúen sus modos de vida urbana. Para que las relaciones y prácticas sociales inconvenientes y contaminadoras no sigan impactando severamente al desarrollo humano, la vida ambiental y las diversas formas de hacer y construir las ciudades. Finalmente, para que la humanidad y la naturaleza coexistan en armonía y con principios sustentables, que son la única garantía de perspectivas futuras.