Morosidad, un mal con daños a terceros

Morosidad, un mal con danos a terceros

Con una cartera vencida que alcanza hasta el 30 % es con lo que se manejan varios colegios particulares de Guayaquil y Samborondón.

Con una cartera vencida que alcanza hasta el 30 % es con lo que se manejan varios colegios particulares de Guayaquil y Samborondón. El Colegio Politécnico, La Moderna, Ecomundo, comparten similar situación al momento de cobrar los valores mensuales a los padres de familia. Valores que, además de costear el pago de sueldos, contribuyen en la infraestructura, tecnología y mejoras de los centros educativos.

Pero estos no son los únicos casos. En situación parecida están las urbanizaciones y condominios que para su mantenimiento y guardianía establecen un pago de alícuotas que, al igual que en ciertos colegios, no se cumple fielmente. Como lo ha publicado EXPRESO en ediciones anteriores.

En Entre Ríos (en La Puntilla), por temas de seguridad existen ingresos con guardianía que se mantiene con los aportes de los residentes. Allí existe una cartera vencida que supera el 40 %. Igual sucede en Puerto Azul, en la vía a la costa.

En urbanizaciones ubicadas en La Aurora el panorama es similar.

La situación se vuelve compleja porque los administradores no pueden dejar de brindar el servicio de guardianía y mantenimiento al resto de residentes, por lo que se ven obligados a emprender campañas informativas, restringir los servicios a los morosos y como última opción exponerlos a la vergüenza pública, colocando sus nombres en la lista de deudores.

Como sea que se busque hacer el cobro, hay un denominador común: la falta de liquidez afecta el servicio para quienes sí están al día en sus pagos. Baja la calidad de los servicios o en algunos casos, como en los centros educativos, deben dejar de brindarlos.

Pero ¿por qué sucede? ¿Por qué existe esa costumbre del no pago a tiempo? ¿Es la crisis, la economía o simplemente es el ‘quemeimportismo’ de la gente?

Para el sociólogo Máximo Ponce, esta es una característica de la personalidad que el ser humano va adquiriendo o aprendiendo a lo largo de su vida, independientemente de sus posibilidades económicas.

“No tiene que ver con el dinero, sino con la personalidad. Esto es más bien como un trastorno de la gente de no pagar a tiempo”, dice el sociólogo.

En tanto que para la docente de la Universidad Ecotec y psicóloga clínica Mónica Llanos Encalada, el asunto tiene que ver con varios factores.

El primero es la influencia del medio en el que nos desenvolvemos, queremos dar una falsa imagen, adoptando estilos de vida que nos vende la televisión, o los vemos en el entorno social y laboral y, por ello, nos endeudamos sin tener en cuenta la capacidad de endeudamiento que cada persona tiene.

La profesional acota que esta situación es un problema del sistema de consumismo en el que vivimos y está vinculado a la falta de disciplina.

Lo segundo es que no se establecen prioridades, al momento de gastar y cuando llega el momento de pagar, dice.

Todo esto refleja un trastorno de personalidad que se puede definir como inseguridad, baja autoestima (al querer proyectar algo que no somos). Además, de que el tema va por la misma idiosincracia que tenemos.

“Aquí no existe una cultura de ahorro, no hay planificación como sí se hace en otros países para con ello establecer sus prioridades. No nos preparamos para el futuro, no destinamos un porcentaje del sueldo para ahorrar, como aconsejan los profesionales de la economía. Aquí vivimos el día a día”, comenta.