
Modelos penitenciarios extranjeros: un freno para el progreso del sistema penal
El experto cuestiona la efectividad de la cárcel de El Salvador en materia de Derechos Humanos
Prisión y megacárceles al estilo Nayib Bukele. Las propuestas de Daniel Noboa para reformar el sistema penitenciario ecuatoriano captaron la atención pública desde el inicio de su gestión. Inspirado en el modelo de seguridad implementado por Nayib Bukele en El Salvador, Noboa prometió la construcción de megacárceles destinadas a aislar a líderes del crimen organizado y recuperar el control de los centros de reclusión.
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Sin embargo, tras año y medio en el poder y una reciente reelección, el avance de estos proyectos sigue envuelto en incertidumbre. Lo que comenzó como una estrategia clave en la lucha contra el narcotráfico y las mafias se ha convertido en una serie de retrasos sin explicaciones claras. Ubicada en Juntas del Pacífico, un empobrecido poblado de la provincia de Santa Elena, la obra enfrenta un entorno marcado por la precariedad: sus habitantes carecen de agua potable, acceso a internet y servicios de salud.
La vía empedrada y angosta que conduce al complejo penitenciario se encuentra deteriorada por las lluvias, lo que dificulta el traslado de maquinaria y materiales de construcción. En octubre de 2024, autoridades anunciaron que la obra tenía un avance del 30%.
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En ese entonces, Luis Zaldumbide, quien dirigía el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de Libertad (SNAI), aseguró que la prisión para 800 internos estaría lista en un “tiempo récord” de 300 días, con plazo hasta mayo de 2025. Sin embargo, los retrasos han puesto en duda el cumplimiento de esa meta.
El experto colombiano en seguridad, defensa y justicia, Hugo Acero, expresó su preocupación por el modelo penitenciario de El Salvador y aseguró que no es la solución para transformar la realidad de los delincuentes. “Existe un problema de violación de Derechos Humanos... No copiaría la cárcel de El Salvador”, afirmó.
Acero considera que la mejor alternativa es construir desde cero un sistema penitenciario que garantice seguridad y reinserción social, respetando principios fundamentales. Entre los aspectos clave, señala la necesidad de estructuras que impidan fugas e intromisiones externas, además de estrictas medidas de seguridad tanto técnicas como humanas.
El especialista enfatiza la importancia de contar con personal de guardia y administrativo altamente capacitado, evitando recurrir a los mismos funcionarios que actualmente operan.. “Ellos ya están contaminados por la corrupción y carecen de profesionalismo. Es indispensable formar nuevos equipos de manera paralela a la construcción”, advierte.
Asimismo, recomienda establecer protocolos claros para el funcionamiento del personal de seguridad y administrativo, así como manuales de disciplina y control tanto internos como externos. Además, insiste en la necesidad de impulsar un proceso de resocialización basado en modelos pedagógicos y programas de formación.
“El objetivo debe ser garantizar seguridad sin renunciar a los derechos fundamentales ni a la posibilidad de reinserción social”, concluye Acero, subrayando que la crisis penitenciaria exige un enfoque integral y sostenible. La atención también recae en un espacio con separación de reos según su peligrosidad, tecnología avanzada y áreas de esparcimiento.
Hugo Acero
“En los últimos años, las megacárceles han respondido más a un contexto de populismo penal, impactante para la ciudadanía, pero sin diferencias sustanciales respecto a lo que se observa en cárceles mexicanas o estadounidenses”, argumenta Renato Rivera, analista de crimen organizado y seguridad.
Por su parte, Acero recomienda que, antes de construirlas, es fundamental visitar cárceles en otros países y conocer sus procesos internos y externos, como el modelo del Distrito de Bogotá. “Las buenas prácticas siempre son importantes para enfrentar la criminalidad, pero copiar el mismo modelo generalmente no produce los mismos resultados”, asegura Rivera.
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