Del Estado minimo al desesperado

Hace más de medio siglo, el escritor y diplomático ecuatoriano Leopoldo Benítez Vinueza, cuando el país vivía tiempos difíciles, publicó un ensayo. Obra importante y esclarecedora para esos momentos: “Ecuador: drama y paradoja”.

Ese título es el que mejor define la situación del país en las tres últimas décadas. En efecto, la apoteosis neoliberal de los 80 y 90 del siglo pasado propuso como “modelo” un Estado mínimo. Junto a esto se dio un accionar económico empresarial sin control ni vigilancia. Y por cierto, una dogmática subordinación a la política económica hecha por los “inteligentes técnicos de los organismos multilaterales” (FMI-BM, etc.)

La experiencia dice que aunque se dieron logros, todo fue finalmente desastroso. La deuda la pagaron los más pobres y los sin poder.

La propuesta y la “alternativa”, se dijo, debía ser un antineoliberalismo condimentado con dogmático estatismo. Esto se dijo y propagandeó como “la salida” y “única solución”.

Pero (siempre hay peros), lo que no se dijo ni se ha querido aceptar es que ese “programa y modelo” solo se podía sustentar, ser viable y sostenible si los precios del barril del petróleo seguían siendo altos. Esta era la clave de su financiamiento y garantía de ingresos ascendentes y gastos sin techo. Mas, al caer los precios del barril del petróleo y tener dificultades la danza del gasto público, la situación cambió. Así hemos pasamos del “Estado mínimo”, al “Estado máximo” y de este al “Estado desesperado” por ingresos.

Hoy, cuando el tiempo económico es turbulento, las dificultades y grave situación de los ingresos fiscales dicen claramente que el Estado máximo no puede sostenerse. Por eso sale a buscar dinero y liquidez por todos lados y a cualquier precio. Afectando a los municipios y consejos provinciales, inclusive.

Algunos estudiosos dicen que este escenario seguirá por mucho tiempo. Pero las autoridades gubernamentales continúan afirmando que “no hay crisis”, que no pasa nada, que todo se puede solventar y que de esas dificultades se sale con imaginación. Esto sucede aunque los municipios y los empleados públicos comienzan a ser contagiados por la desesperación.

Así es como se mueven la política y las creencias respecto al Estado del Ecuador: un verdadero drama y paradoja.