Mercedes Huerta de Baduy: 46 anos de amor al voluntariado
Solidaria, persistente e incansable en el ámbito de la ayuda social. Motivar a que otros se sumen al equipo es su bandera de lucha.
Mercedes luce tan llena de vida como su hermoso jardín del que saca pecho, porque como ella dice “es mi obra maestra, cuido de mis plantas con inmenso amor”, ¡y se nota! Como también se nota la vida entera dedicada al voluntariado.
Mercedes, con tantas cosas que tiene para compartir, ¿por dónde empezar?
Podemos empezar en el Guasmo, cuando hacía campaña por Pancho Huerta y me di cuenta que había necesidad de ayudar, ya son 46 años haciendo voluntariado. Organicé comités e hice contactos para asistencia médica y crediticia, reconstruí iglesias, organicé la venida del Papa, he presidido decenas de directorios, en fin...
Después de escuchar estas historias, que por cierto no caben en el papel, dígame si es verdad aquello que dicen de usted, que no hay causa imposible cuando se lo propone...
Ahora estoy en la reconstrucción de la iglesia Catedral de Guayaquil y este año la termino Dios mediante.
¿Le resulta fácil reconocerse como una mujer generosa?
Soy una mujer que cree que solo nos llevamos lo que damos, absolutamente nada más, y en el caso que se me considere generosa, me mueve una frase que dice: “Dios no se deja ganar en generosidades”, esto quiere decir que, a pesar de todo lo que uno haga, siempre será poco, porque Dios siempre te da más. Y si te da cosas que no deseas no hay que buscar nunca el porqué, porque no lo vas a lograr. Para mí, como médico, fue imposible entender por qué el hijo de mi hermano murió de leucemia a los 6 años. ¿Cómo entender esas cosas? Imposible, simplemente hay que aceptarlas y seguir.
Sin embargo, con gratitud toca aceptar otras, como el resultado de sus obras...
Como te decía, mi compromiso se fortaleció cuando hacía campaña por mi hermano Pancho. Otro punto puede ser cuando mi esposo entró al Club Rotario, para entonces ya había trabajado muchos años atrás en barrios marginales. Logramos contactos que nos permitieron realizar 16.000 papanicolaou. Recuerdo que una persona, no con buen tono, me insinuó que había sido demasiado trabajo para salvar solo a tres mujeres. Para mí, una sola vida basta y sobra.
¿Cuál ha sido la participación de su esposo en sus voluntariados?
Mi esposo siempre me ha apoyado y la vida lo coloca como colaborador sin pensarlo. Fue presidente del Club Rotario Guayaquil (1997), y una oportunidad para hacerme cargo de una subvención compartida que tiene el Rotary que se llama Bancos Comunales de la Mujer en situación de pobreza crítica. Fui al Guasmo Sur, y en lugar de quedarme un año trabajando con ellas, porque el programa incluye capacitaciones dirigidas a mejorar sus oficios y cómo manejar las finanzas de sus negocios, me quedé siete años.
¿Qué la atrajo tanto?
Me enamoré de ese programa. Iba todos los días a ver a las mujeres y apoyarlas. Hice contactos con gente para entrenarlas en cómo educar a sus hijos, cómo ser productivas para que logren pagar su crédito sin dejar a un lado las exigencias de su propia casa.
Obras de las cuales se siente feliz y agradecida y ¿de qué más se siente orgullosa?
De mi familia y de mis padres. Le hice un homenaje maravilloso a mi papá Francisco Huerta Rendón por sus cien años. Él participó del descubrimiento de la Cultura Chorrera y colaboró con Víctor Emilio Estrada, quien fue su profesor. El exalcalde Nebot en conmemoración a su centenario, le puso el nombre de Francisco Huerta Rendón a una calle de Lomas de Urdesa y a un busto. Marcia Gilbert se sumó al homenaje creando una beca con su nombre, el Municipio le rindió otro con Melvin Hoyos; y Mariela Manrique hizo lo mismo en el MAAC. Mi padre murió a los 62 años, de un infarto masivo, después de la noticia de que a Pancho (mi hermano) se lo habían llevado desterrado a Costa Rica, tal vez fue el impacto de aquello.
Cuéntenos del libro que escribe...
Decidí escribir el libro ‘Tengo algo que contar’, pero cuando ya lo terminé me nombraron para que sea representante de la Arquidiócesis en el recibimiento del papa Francisco, sobre todo en la visita programada al Santuario de la Divina Misericordia. Libro que escribo en homenaje a mi madre, Mercedes Montalvo viuda de Huerta, pero fallece y siempre quería retomar el libro para corregirlo, pero no podía porque me ponía a llorar. Creo que este año sí tendré valor, porque sí creo es válido que las mujeres o en general cualquier ser humano se dé cuenta que, desde la posición que esté, puede hacer mucho por el prójimo.
Con todo un camino recorrido, ¿qué cree usted que impide que las personas asuman compromisos sociales?
A veces no lo hacemos por comodidad o porque pensamos que vamos a fracasar en el intento. Mi esposo dice siempre que soy la campeona de la “cara de tuco” para pedir, pero yo no lo veo así, yo creo que le estoy haciendo un favor al que le pido, porque muchas veces al que le pido no ha tenido la oportunidad de compartir o su riqueza, o su establecimiento, o sus productos con los más necesitados.
¿Usted pide para dar y con qué se queda usted?
Con la satisfacción de acostarme sudada, cansada, con la agradable sensación que se ha trabajado lo suficiente en el día y que mereces estar en la cama, que mereces descansar.
Personal
-Asesora de la Fundación Madre Dolorosa del colegio Javier
-Miembro del directorio de la Sociedad de Beneficiencia Libanesa-Siria.
-Casada con Antoine Baduy.
-Hijos: Tony, Andrés y Alexis María.