Mentiras y estadisticas

Fue Mark Twain, el notable escritor y comentarista de principios del siglo pasado el que popularizó la frase del primer ministro inglés Benjamín Disraeli quien, preguntado que fuera acerca de las mediciones cuantitativas, expresó que hay tres clases de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras, y las estadísticas.

Recorremos rápidamente un siglo adelante, y nos hallamos con que los gobernantes recurren a las estadísticas para, como dice el vulgo, “hacernos comer cuento”, o pretenderlo por lo menos.

El Banco Central, el ministro de Finanzas, y el expresidente anuncian con aire festivo que la economía experimentó un crecimiento del 2,6 % en el primer trimestre de 2017 con relación a igual trimestre de 2016, lo que es, según ellos, una señal inequívoca de recuperación. No dicen, sin embargo, que el período de la comparación fue “el fondo del pozo”, esto es el trimestre de peor desempeño en lo que va del siglo.

Si la comparación se la hace con respecto al último trimestre de 2016, el resultado cambia. No obstante el notable impulso fiscal de finales del trimestre, la economía se contrajo, a tasa anualizada, en 2,4 %, lo que demuestra plenamente la inexistencia de la recuperación. La economía se muestra cada vez más refractaria al estímulo fiscal, el impulsor del modelo económico del Gobierno.

Por otra parte, es notable el hecho de que cualquier dinamismo reside en el desempeño de las exportaciones privadas de la economía dolarizada; la de la moneda dura, que no debería poder competir. Es otra de las falacias repetidas hasta el cansancio para justificar los frecuentes ataques contra la dolarización.

Hoy, el Ministro de Comercio, que en nada cree, se mueve hacia la imposición de gravámenes a 400 productos, sepultando así las posibilidades de estímulo reales que el comercio sí es capaz de generar.

Se acumulan los pasivos de la deuda y suben las cuentas impagas. Se pagan las deudas con el Central quebrantando la ley, y con papeles inservibles. Entretanto la economía continúa en su letargo, y continúan los actos circenses del pasado inmediato, pasado que anhelamos olvidar.