
Martin Quintana:“He aprovechado bien mis quince minutos de fama”
EXPRESIONES viajó a Quito para entrevistar a uno de los presentadores más carismáticos de la pantalla chica. El ‘exchico reality’ habló de sus comienzos como publicista y de su nueva faceta como hombre de negocios.
Fausto Miño no es el único serracosteño en el mundo del espectáculo, Martín Quintana, el presentador de Saboreando la mañana (TVC), con orgullo indica que por sus venas corre sangre manabita y quiteña. “También viví un año en Guayaquil, no soy un serrano bobo (risas), pude lidiar con el ritmo guayaco sin problema”, nos dice el comunicador desde el lobby de un hotel capitalino.
Fue en esa época que se convirtió en un ‘chico reality’, una etiqueta de la que logró despegarse y es que pocos recuerdan su paso por el desaparecido Combate, de RTS.
Los inicios de Martín curiosamente fueron como redactor creativo. Trabajó hasta los 25 años en una agencia publicitaria hasta que se cansó. En ese entonces no tenía vida, veía el mundo pasar por una ventana. Quiso desconectarse, inicialmente, viajando a Madrid para estudiar un masterado en Dirección y Comunicación de la Moda. “Todo cambió un día cuando una amiga productora, quien me conocía de mi época de modelo, me dijo que audicione para Combate. Realmente estaba harto de mi trabajo, renuncié a la agencia y lo hice al día siguiente que me avisaron que fui seleccionado. Ni mi familia sabía”. Una vez instalado en el Puerto Principal, reaccionó y se preguntó qué había hecho, pues era bueno para destrezas físicas, pero no para concursos de baile y pruebas más lúdicas. “Finalmente me relajé. En retrospectiva, te digo que fui a Combate a buscar lo que no se me había perdido y encontré lo que no buscaba, porque realmente mi sueño no era estar en televisión”.
La productora de aquel entonces era Rocío Dunn, quien al darse cuenta de su potencial y enterarse que había sido eliminado de la competencia le dio el chance de ser parte del staff de El club de la mañana en Quito, junto a Esteban Verdesoto e Isabel Molina. “Estaba a gusto porque no quería conducir un espacio de farándula, me agradó el magacín. Fui bien recibido por mis compañeros, no experimenté la envidia que sufre el nuevo. Ellos me guiaron y fueron buenos conmigo, me apodaron el Querubín, entré a una familia porque no eran ‘robacámaras’, algo que sí viví en Guayaquil”.
Posteriormente salió de RTS cuando fue convocado por Televicentro, el canal hermano, para integrar el plantel de presentadores de Saboreando la mañana. Sin embargo, se enteró un día que había sido removido y estuvo fuera del aire casi un año. “Aproveché ese tiempo para viajar y poner mi negocio de pan de yuca manaba. Como estudié publicidad, yo mismo hice el logo y me encargué de la decoración. Me agrada que la gente no solo coma en el lugar, sino que se quede y disfrute del ambiente. También tengo otro de traguitos es un local pequeño que sirve como ‘preli’. He aprovechado bien mis 15 minutos de fama, porque no sé cuánto tiempo dure esto”.
Confiesa que sus conocimientos y el ser creativo le ha servido para desempeñarse como influencer. “Le pongo mi toque divertido en las redes porque yo soy así en mi vida diaria. No me gusta la seriedad, me agrada reírme de todo, hasta de mí mismo. Trato de diversificar, hacer locuras y no encasillarme como un ‘chico bonito’ o serio”. Su ritmo de vida le dice que aún no está preparado para ser padre ni para casarse, de hecho recién tiene una novia después de muchos años. “No estoy muy vinculado con las tareas del hogar pero me formo para ser el amo de casa perfecto”. Ahora que es un hombre de 30 años, menciona que ha logrado dos cosas. La primera es ser más ordenado y organizado, y la segunda es no matar insectos. “Lo único que no logro superar es el estrés que provoca el tráfico de Quito (risas), también huyo al fanatismo de lo que sea”.