El anuncio del Gobierno de llevar a cabo el “reperfilamiento” de la deuda propone más preguntas que respuestas. El manejo de activos y pasivos es (o debe ser) una tarea de rutina, pues toda institución u organización, pública o privada, debe empeñarse en programar sus finanzas de manera tal que haya el mejor calce posible entre sus ingresos y sus egresos. La norma que rige el manejo financiero apto establece que el valor presente de los flujos refinanciados debe ser menor que el flujo vigente. En otras palabras, la mejor opción es la que resulta en pagar los intereses más bajos y alargar el plazo de amortización de los pasivos.

Es una norma que no se observó a partir de 2007 cuando se montó la mala práctica de contratar deuda en los peores términos y condiciones, con el propósito de sostener el gasto público. La factura nos ha sido presentada y es hora de pensar en las “facilidades de pago” que permitan mantener tasas de crecimiento económico compatibles con la creación de empleos, la competitividad y el desarrollo económico y social. Se ha anunciado una intención, y quedamos atentos a los posteriores pasos del Gobierno sobre la estrategia que seguirá en el cumplimiento de su responsabilidad.

“Es una norma que no se observó cuando se montó la mala práctica de contratar deuda en los peores términos y condiciones”.