Manafort: un gran problema para Trump

La semana pasada, en Virginia, durante el primer juicio penal contra una figura principal del equipo de campaña del presidente estadounidense Donald Trump -2016-, los observadores se preguntaban hasta qué punto en el banquillo de los acusados, además de Paul Manafort (director de campaña durante un período crucial), estaba también el mismo Trump. Manafort ya ha sido acusado de delitos financieros propios (fraude impositivo, lavado de dinero y falso testimonio). Tras los muchos millones de dólares que ganó trabajando para dictadores y matones en todo el mundo, Manafort amasó buena parte de su fortuna en décadas recientes colaborando con oligarcas rusos y con el expresidente de Ucrania, apoyado por Rusia, Viktor Yanukovych. Después de que Manafort y sus secuaces ayudaron a Yanukovych a derrotar a la ex primera ministra Yuliya Tymoshenko en la elección presidencial de 2010, Yanukovych la hizo encarcelar con cargos fabricados, con ayuda de un escrito legal preparado (a instancias de Manafort) por el estudio jurídico estadounidense Skadden Arps. El caso lo manejó uno de los socios del estudio, Gregory B. Craig, quien fue por poco tiempo asesor legal de la Casa Blanca durante la presidencia de Obama. El fiscal especial de los EE. UU., Robert Mueller, derivó la actuación de Craig a la fiscalía del Distrito Sur de Nueva York para su investigación. Yanukovych fue derrocado en 2014 por una revuelta popular y huyó a Rusia. En el juicio de Virginia, el equipo de Mueller describió las magnas adquisiciones de Manafort y que gastó mucho dinero en mantener casas en el norte de Virginia, Brooklyn, Long Island, Palm Beach Gardens y, la Trump Tower. El objetivo real de los fiscales era mostrar que pagó estos bienes carísimos con transferencias desde cuentas bancarias ‘offshore’. Los abogados de Manafort culparon de las transacciones sospechosas a su viejo ayudante, R. Gates, quien siendo acusado decidió cooperar con Mueller. Pero hubo testigos cercanos de que Manafort había participado en esas transacciones, alterado sus declaraciones de impuestos, presentado ingresos como préstamos y ocultado sus cuentas ‘offshore’ a sus contadores. Cuando en 2016 Manafort se sumó al equipo de campaña de Trump, era el único consultor republicano tradicional dispuesto a trabajar para él. Fue socio de Roger Stone, cercano a Trump. Manafort ofreció trabajar para Trump gratis, aunque estaba en la ruina. La única explicación posible es que la conexión Trump le resultaría muy lucrativa y usaría la campaña para quedar bien con sus antiguos valedores ricos en Rusia, en su mayoría muy conectados con el Kremlin. Cuando aceptó el cargo, Manafort le debía al oligarca ruso Oleg Deripaska, vinculado al presidente Putin, $ 19 millones. Tras asumir el cargo, Manafort consultó en Ucrania cómo arreglar su situación y ofreció informar a Deripaska sobre lo que ocurriera en la campaña de Trump. ¿Hasta dónde influyó para que la plataforma republicana no incluyera nada referido al envío de armamento a Ucrania? Manafort fue despedido de su cargo en agosto de 2016. Las encuestas daban perdedor a Trump en medio de un caos interno, pues se sabía de pagos secretos de ucranianos prorrusos dirigidos a Manafort. Aunque este juicio ahora no implica directamente a Trump, es uno de los asuntos que lo inquietan.