La lucha contra la corrupcion debe ser mas efectiva

En todos los países del mundo, en unos más que en otros, esta desgracia tiene sus reprochables expresiones. Nuestra sociedad no está, infortunadamente, exenta de este deplorable cáncer social. Existe en nuestra cultura. Está en el ADN de nuestra sociedad como un inveterado problema, ratificado por nuestro proceder diario. Ningún estamento de nuestra sociedad es ajeno a este abominable flagelo. Desde la familia, la escuela, la Iglesia, la justicia, la política, el deporte, el Estado, el sector privado empresarial, de servicios, este monstruo de mil cabezas atraviesa y permea toda nuestra sociedad como un mal endémico estructural del que ninguno escapa. Por ello que en los actuales momentos se requiere del liderazgo político del presidente de la República para que recoja la voluntad y descontento de la inmensa mayoría de ecuatorianos, y buscar soluciones conjuntas convenientes para combatir este grave problema social que esta golpeando muy fuerte a nuestra nación. Frente a este panorama se precisa combatir la corrupción más efectivamente, de forma amplia y contundente, a fin de que le cambie el rostro al país, donde los corruptos, desde la posición más privilegiada, hasta aquellos servidores públicos de menor categoría, sean castigados con todo el peso de la ley. Es tiempo de sentar un precedente y ver a varios funcionarios, empresarios o políticos purgando una larga condena por corruptos y que paguen los desaciertos cometidos, producto del poder que los enfermó y les hizo perder la perspectiva de servir a un país que merece mejor destino. Cambiar culturas es una tarea casi utópica pero si se tiene un principio, se puede tener luego continuidad y alcanzar, en una tarea de largo aliento, el cambio moral que nuestra sociedad requiere. Si combinamos la voluntad política del presidente Moreno y la indeclinable decisión del pueblo de combatir este mal endémico, el Ecuador habrá dado un gran paso en la lucha contra la impunidad y la corrupción. La impunidad se combate con verdadera justicia, no con leyes inobservadas.

Ec. Mario Vargas Ochoa