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Los ‘diablos pillarenos’ ya afilan sus cuernos

Los vistosos trajes pueden llegar a costar hasta $ 400. Habrá controles para evitar el consumo de alcohol durante la festividad.

Expectativa. Cada año, muchos pillareños que viven fuera de la ciudad vuelven hasta su tierra para formar parte de esta tradición.

Los ‘diablos pillareños’ se preparan. Están a un mes para nuevamente salir a recorrer todas las calles de Píllaro, cantón considerado cuna del héroe indígena Rumiñahui.

La primera semana de enero, del 1 al 6, aparecen las personas disfrazadas con las caretas más terroríficas y a la vez creativas en el cantón ubicado a 30 minutos de Ambato, provincia de Tungurahua.

En la actualidad, 13 partidas forman parte de esta festividad que es parte de la cultura y que cada vez se fortalece y se proyecta al Ecuador y al mundo.

Los preparativos de la fiesta mayor del cantón se los realiza durante todo el año, pero es en noviembre que se finiquitan los detalles.

El alcalde Patricio Sarabia hizo la presentación oficial del afiche para empezar con la promoción. “La imagen proyecta a la ciudad leyenda, mágica y acogedora. Empezó la cuenta regresiva para vivir una tradición centenaria, un encuentro de rebeldía de nuestros antepasados hoy sinónimo de fiesta declarada patrimonio cultural intangible”, aseguró la autoridad.

El afiche también recogió el origen de la fiesta. “La parroquia Marcos Espinel es una de las pioneras en esta expresión cultural y es precisamente allí donde tomó forma el afiche que será parte de la promoción de la Diablada 2018”, aseguró Sarabia.

Para la fotografía del afiche se escogió una vieja casona y a dos personas, un adulto y otro joven que representa la herencia de la tradición.

Esta expresión cultural nació y se desarrolló con una simplicidad, muy espontánea. “Las máscaras no tenían detalles, eran simples. Con los años los participantes se esfuerzan por presentar también obras de arte”, asegura.

Luis Velasco, también es aficionado, dice que es parte de la nueva generación, pero que sus padres le han transmitido el legado para no perder la costumbre.

La persona mayor representa la ancestralidad y transmite la sabiduría y su experiencia a lo largo de la vida.

La vicealcaldesa Elvia Sarabia manifestó que se trabaja desde hace dos meses en reuniones con los cabecillas de las diferentes partidas (grupos) para planificar que esta fiesta cultural se desarrolle de la mejor manera.

Carlos Tamayo, técnico de la Municipalidad, mencionó que se delinearon acciones de respuesta inmediata ante situaciones adversas a través de los diferentes órganos de control y socorro. Así también se hizo el chequeo respectivo en los sitios de descanso para que cumplan con las normas de seguridad.

También habrá controles con la Policía Municipal para hacer respetar los lugares destinados para el expendio de comida, artesanías y ropa.

Por su parte, Álex Valladares, intendente de Policía de Tungurahua, explicó que se dará todo el apoyo en lo referente a seguridad, se coordinará con el comandante provincial de Policía para enviar el contingente de uniformados respectivo. Así también pronunció que se realizarán controles para evitar el consumo de alcohol.

Para muchos, el danzar vestidos de diablos es para quitar las malas energías acumuladas durante todo el año y empezar el nuevo con energías. (F)

Hasta Lucifer se une al baile

Luis Pinta, uno de los danzantes, cuenta que según la creencia popular, el diablo baila entre ellos. Es el que tiene la vestimenta más luminosa, los colmillos más resplandecientes y una cadena de oro. Que todos lo ven, pero no sale en las fotografías. Se cree que esta fiesta nace hace unos 500 años como expresión de rebeldía ante la conquista española.

Jaime Lema, de 49 años, lleva ocho años en la danza. “Ya me falta poco para cumplir con la penitencia. Los diablos debemos salir por 12 años y las guarichas por siete, si no bailan el ‘Supay’ (diablo) se los lleva derechito a la paila como se merecen y los que bailamos correctamente vamos al cielo”, sostiene el danzante.

El traje y las máscaras reflejan la maldad del diablo. Hay caretas que pueden llegar a pesar hasta 50 libras y el costo sobrepasa los 400 dólares.