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El ‘brexit’ contra la cuestion irlandesa

El ‘brexit’ contra la cuestión irlandesa

El día del ‘brexit’ (29 de marzo de 2019), se hará a la mar el HMS Buccaneer Britannia, en busca de los tesoros de la “anglósfera”. Pero hay un obstáculo: alguien se olvidó de izar el ancla, que sigue clavada en Irlanda. Lo único que tienen los ‘brexiteros’ en la cabeza es la búsqueda de soberanía parlamentaria y liberación respecto del “superestado” supranacional de Bruselas, visión miope que puede ser simple ignorancia: hubo más de 3.600 muertes violentas por conflictos relacionados con la “cuestión irlandesa”, y sucesivos primeros ministros conservadores, Edward Heath, Margaret Thatcher, John Major, intentaron resolver la cuestión y fracasaron, hasta que en 1998 el Acuerdo de Belfast le puso fin, logrando el desarme de combatientes y uniendo a comunidades enfrentadas al imponer un comercio fluido entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda en el marco de la unión aduanera de la UE. En el referendo de 2016, el 55,8 % de los votantes norirlandeses apoyó la opción de quedarse en la UE en parte por este logro asombroso. Cualquiera con un mínimo de previsión debió saber que el estatuto de Irlanda del Norte se convertiría en un dilema de difícil solución en las negociaciones para el ‘brexit’. El problema central es el “plan de contingencia” (backstop) para Irlanda, que impediría la creación de una frontera efectiva entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, en caso de no lograr un acuerdo más amplio sobre el futuro de las relaciones entre RU y UE. Hay desacuerdo entre las partes respecto de cómo expresar esto en vocabulario legalmente vinculante. A falta de acuerdo, “el territorio de Irlanda del Norte ha de formar parte del territorio aduanero de la Unión Europea”. El gobierno del RU insistió en que puede resolver esta cuestión manteniendo un “alineamiento regulatorio” con las normas aduaneras de la UE y empleando tecnologías de control aduanero que todavía no están inventadas (magia). Pero el gobierno irlandés insistió en que hay que definir cada detalle del plan de contingencia e incorporarlo en el tratado legal de retirada. Para que la provincia se quede en la órbita aduanera y regulatoria de la UE se necesitaría una frontera en el mar de Irlanda, que pondría en riesgo el funcionamiento de la unión aduanera interna del RU y la integridad constitucional del RU. La falta de precisiones alentó una demanda de igualdad de los nacionalistas escoceses, que argumentan que si se introduce un sistema especial para la mayoría norirlandesa que quiere quedarse en la UE, entonces los escoceses, que también votaron por la permanencia, merecen el mismo trato, o pedirán repetición del referendo independentista escocés de 2014, y ya no tendrán que preocuparse por el argumento de los unionistas de que la independencia implica la retirada de facto de la UE. Las propuestas británicas de permanecer temporalmente en la unión aduanera tras el ‘brexit’ darían al RU beneficios de comercio no arancelado sin obligación de permitir el libre movimiento de ciudadanos de la UE, que las rechazó. Los ‘brexiteros’, ingleses en su mayoría, no pensaron lo suficiente en la cuestión irlandesa, ni en que salir de la UE por las malas devolvería al RU a la Edad Media. La gente sensata vive en el presente. Impedir el acceso del Reino Unido a la realidad está aplastando sin piedad las fantasías de magnificencia inglesa de los brexiteros.