Sara, María Beatriz, Álex y José, durante la entrevista con EXPRESO.

Literalmente, profesionales al volante

Graduados de distintas áreas laborales ofrecen el servicio de taxi ejecutivo para paliar la situación económica. EXPRESO comparte las historias de cuatro de ellos.

Cuando el negocio quebró, hubo días en que vender un dólar era bastante. Había mantenido el local por cinco años, pero la producción agrícola bajó y sus repuestos para maquinaria de cultivo se quedaron en las vitrinas.

La desesperación llegó a casa por esa época. Las deudas con el banco, los pañales y la leche del bebé engrosaban la lista de necesidades urgentes luego de que cerrara su local, y su trabajo de diseñador gráfico no ayudaba mucho. Buscó una salida rápida y la halló en el taxismo.

Vendió la moto y algunos bienes para comprar el auto en el que trabaja desde hace tres meses en dos jornadas, de 08:00 a 13:30 y de 16:30 a 22:00. Logra un promedio de $ 1.200 al mes, un rubro que le permite mantenerse sin apremios. Se llama Álex y tiene 29 años.

Su historia se replica en cada avenida, con cada conductor informal que busca un salvavidas a la crisis, aunque esto represente pasar a engrosar el 46,4 % de personas en el país que se dedican a negocios no regulados, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos.

Los taxistas formales suelen destacar su preparación, experiencia y tipo de licencia con la frase ‘profesionales al volante’. Pero la cantidad de personas con títulos profesionales de diversas áreas que se están dedicando al taxismo, le está dando una connotación literal a esa expresión.

Así, un pasajero puede toparse con militares, doctores, profesores, ejecutivos de venta, ingenieros en sistema y demás profesionales, que no necesariamente están en el desempleo, pero sí en una situación económica que intentan paliar.

A esta última lista pertenece María Beatriz. En la mañana, de 06:00 a 14:00, se arma con marcadores y carpetas y enseña a niños en una escuela particular; luego, en su auto, ofrece un recorrido privado en modalidad ‘expreso’; y después, de 18:00 a 22:00, recién desde hace poco más de un mes es conductora de Uber, la polémica aplicación de taxis que llegó a la ciudad en julio pasado.

Ha habido fines de semana en que, sin querer, se me hacen las 04:00 de carrera en carrera. No fue fácil. Me costó mucho adaptarme al aplicativo. Pero ahora lo manejo bien”, cuenta esta maestra. Las direcciones han sido su dolor de cabeza más grande. “Aunque a veces falla en zonas del sur, sin el Waze (aplicación de mapeo) no soy nadie”, asegura entre risas.

Cuando maneja, lo hace con su uniforme de profesora, por eso es inevitable que algún pasajero se sorprenda por su facha de ‘after office’. La jornada extensa, reconoce, le causa estragos. “He dejado de salir, tengo dolor de espalda; pero al menos saco para las letras del carro”, se consuela.

No es afrenta estar en un taxi siendo un profesional, mucho menos cuando la profesión elegida es ingrata. Este último caso incluye a José Efraín. Tiene 32 años y antes de hacer carreras para desconocidos era un empleado del sector público. Es ingeniero en sistemas. Trabajó en la Fiscalía y el Ministerio de Trabajo, pero con el cambio de gobierno perdió el empleo.

Cuando salió y buscó plazas en lo que hace, hubo un choque. Pagaban mucho menos en el sector privado. “No compensa lo estudiado. A veces te ofrecen solo el básico y creen que te hacen un favor. No les importa la experiencia”, dice y por eso miró al taxismo como su segunda opción. Ha sido difícil acoplarse al volante, por el cansancio que representa estar sentado todo el día; pero el resultado lo vale. Gana hasta $ 80 diarios si trabaja ocho horas.

Pero no todo es color rosa. No pueden evitar sentir temor de que, un día de estos, uno de sus pasajeros sea en realidad un agente de tránsito que los está esperando para retener el vehículo, una modalidad aplicada por la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM), que ha enfatizado que es necesario que los conductores informales se regulen. Ellos, en cambio, alegan que han tenido supuestas trabas al intentarlo. Y que además “es muy caro”.

En cambio, el trámite para enlistar las filas de los conductores de aplicaciones como Uber y Cabify es por demás sencillo. “Te piden los papeles al día del vehículo, números de cuenta y demás documentación, que verifican antes de darte luz verde para rodar”, recuerda Sara, otra de las emprendedoras del volante, quien eligió este oficio alternativo para percibir un ingreso extra al mes. Cuando no está en su auto, cumple su jornada laboral como analista administrativa en el centro de rehabilitación social.

En una publicación reciente, este Diario informaba que el Centro de Retención Vehicular (CRV) de Los Vergeles reportó el ingreso de 592 automotores que operaban como taxis informales y para aplicaciones. De ellos, solo 315 habían sido retirados por sus dueños hasta agosto pasado.

Creatividad para el dinero fácil

La crisis, la evolución de la tecnología y la innovación microempresarial empujan a cientos de ciudadanos a hallar, en cualquier tipo de actividad, un ingreso adicional para el hogar.

No hace mucho EXPRESO recogió que en Guayaquil crece la tendencia de ofrecer hospedaje en dormitorios subarrendados de las viviendas, a través de la plataforma AirBnB, que vendría a ser la versión ‘hotelera’ de Uber y que también tiene conflictos con las autoridades y con los sectores regulados por evadir responsabilidades en lo que respecta al fisco y a la documentación en regla.

Y no solo a taxis informales y a hosterías se dirigen las ideas para hacer dinero. Recientemente se promocionan en redes sociales portales de servicio a domicilio. Venden desde alcohol hasta objetos sexuales. De puerta a puerta. Allí entra, por ejemplo, A Domicilio Ya, una página en la que se puede pedir comida y que cuenta con una lista de más de 300 restaurantes. Actualmente supera los 53.000 seguidores en Facebook.

Otros que ganan dinero de una forma no compleja son los ‘influencers’, usuarios de Internet que por contar con un determinado número de seguidores son contratados por empresas de publicidad para hacer eco de campañas de marcas o eventos en sus redes sociales. Solo por esas pautas reciben o canjean beneficios.

En torno a esta reciente oleada de actividad laboral innovadora, el Municipio mañana 13 de noviembre abrirá las puertas del nuevo centro Guayaquil Emprende, que según el director de Acción Social, Pedro Pablo Duart, “será un aporte en la lucha contra la pobreza”.